Experimentos Frankenstein con embriones: ¡No!

Autor: Diego Quiñones Estévez

 

 

No hay nada más lamentable que determinados científicos, por no decir la mayoría, como también la inmensa mayoría de los políticos y medios de comunicación, instrumentalicen la ciencia y la tecnología para afianzarse en el poder, a ser posible para siempre y a cualquier precio, y justificando todos los medios biotecnológicos habidos y por haber desde la ética utilitarista. Así acontece con los experimentos de la investigación con células madre embrionarias. Nunca se dice la verdad y la realidad de lo que han sido y son los experimentos con células madres de embriones animales: ningún experimento ha dado resultados positivos, porque las células han acabado en tumores cancerígenos debido a que esas células tienen una gran capacidad de reproducción y no se pueden controlar. Si los científicos del todo-está-permitido y los políticos del todo-nos-sirve, de verdad y no de mentira, quisieran salvar vidas y acabar con enfermedades incurables, deberían incentivar la investigación con células madre adultas, que se obtienen de una simple biopsia, de nuestra propia sangre, de la médula ósea de personas adultas, de la placenta de niños prematuros o de las células de la sangre del cordón umbilical, y que, según prueba la ciencia, no provocaría ningún rechazo inmunológico, ni tampoco plantea los gravísimos problemas morales y éticos como es el de la manipulación de los embriones humanos congelados. Y más aún deberían apoyar esta humanitaria vía de investigación cuando se está demostrando que sus resultados y los beneficios médicos, pueden propiciar la curación de enfermedades como la diabetes, el cáncer de médula o el Parkinson. Sus resultados son más seguros, y no atentan contra la dignidad humana, ni la destrucción moral y biológica de las personas.


Seguir con el empecinamiento totalitario de la manipulación y el sacrificio de personas utilizando los embriones humanos, nos llevará a aberrantes experimentos eugenésicos-Frankenstein como es la clonación de seres humanos, como es la selección genética(eufemismo político que equivale a: exterminio)de embriones para, dicen curar, matando a otro, a un hijo enfermo; o como los últimos y aberrantes experimentos: tal, el de producir quimeras embrionarias, es decir, embriones hermafroditas, a través de la inyección de células de un embrión masculino a otro femenino, que llevan a la destrucción de los embriones; o el de obtener células compatibles para trasplantes utilizando embriones clonados a los cuales se les ha transferido células madre de personas con enfermedades incurables. Detrás de tanta propaganda científica, política y mediática, por imponer la investigación con embriones humanos, se esconde una mentalidad eugenésica, el negocio y los intereses por sacar el máximo beneficio posible a los embriones que sobran de la fecundación “in vitro”. Los embriones humanos son personas y no se les puede utilizar como simple material biológico de experimentación.
Cuando se trata de seres humanos, todo no está permitido; así lo ha determinado la ONU que prohíbe tanto la clonación terapéutica como la reproductiva. La ciencia de la irracionalidad, los políticos de las servidumbres del poder y los medios de la desinformación pública, tienen unos límites que también vienen dados por la norma suprema moral universal que es la Declaración Universal de los Derechos Humanos en cuyo Art.3, se nos dice que “Cada individuo tiene derecho a la vida”, artículo que guarda una relación directa con el mandamiento cristiano y también universal del “no matarás”: el embrión es un ser humano inocente, y por tanto, tiene el absoluto derecho a la inviolabilidad de su vida.