El espíritu especulativo del lenguaje contra la Constitución.

Autor: Diego Quiñones Estévez

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El espíritu especulativo que invade a nuestra desvencijada España, día tras día, no es el que sabe reflexionar y reconocer el valor y el sentido auténtico que tiene una idea para todos y para cada persona en concreto. Ojalá estuviéramos y volviésemos al pensamiento especulativo=reflexivo, que siempre está en contra de los fundamentalismos, los dogmatismos, los integrismos, los totalitarismos, los ultranacionalismos, los relativismos y los laicismos.

Sin embargo, nuestra realidad sociopolítica y cultural, se encuentra envenenada por el espíritu especulativo de un lenguaje irracional que poco a poco, ha ido contaminando los principios fundamentales de la cultura y de la Constitución Española (1978), hasta tal grado, que, jueces, políticos y medios de comunicación, nos han conducido al relativismo especulador de las palabras que fundamentan nuestro espíritu constitucional.

Así ha sucedido con la palabra "nación". En nuestra Constitución sólo hay una: la Nación española. España se define como España y no como un "Estado español", ni como un "estado plurinacional, pluricultural y plurilingüístico". Las autonomías no son ni comunidades nacionales, ni realidades históricas o nacionales, y ni mucho menos pueden ser estados libres asociados ni naciones. Y aquellos que irracionalmente especulan con esos imposibles, están atentando contra el interés general de España, tal y como indica la Constitución Española que se "fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre ellas (Art. 2)." "La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado" (Art. 1.2). Con un lenguaje irracional, xenófobo, violento, secesionista, anacrónico, y anticonstitucional, el ultranacionalismo independentista, el nacionalsocialismo laicista y el relativismo político y cultural, tratan de desintegrar la unidad y la identidad de España como Nación y como Estado por medio de la falsificación política de los Estatutos de Autonomía y de la claudicación ante el terrorismo nacionalista.

Podríamos seguir, y no acabaríamos nunca, con otros muchos conceptos a los que se quiere despojar del sentido verdadero, histórico, nacional, natural y constitucional, como: familia, matrimonio, vida, solidaridad, dignidad, igualdad, justicia, libertad, derechos, educación, deberes, Iglesia, Estado, aconfesionalidad, adopción, pluralismo, sexualidad…

El espíritu especulativo del lenguaje en los labios del relativismo jurídico, cultural, político y mediático, se empeña en pervertir el sentido de los conceptos fundamentales para reconducirlos a sus intereses con el fin de que signifiquen todo lo contrario y desintegrarlos en la confusión. De este modo, se busca el sometimiento del lenguaje objetivo a la enunciación subjetiva, es decir, a la abstracta retórica de una dialéctica que cae en todas las contradicciones habidas y por haber en nuestra realidad democrática. Así es el lenguaje especulativo de ciertos partidos políticos y medios de comunicación, y en especial el de los nacionalismos excluyentes y de la ideología de género. Es un lenguaje que no pasa de la simple dimensión de lo enunciado: el programa de partido o el programa ultranacionalista, por la fuerza de la ideología o de la etnia nacionalista, y no por la razón de la Constitución Española, se encuentran por encima y contra ésta. La confusión sexual de las distintas orientaciones de la ideología de género, es el objetivo del feminismo y del homosexualismo radicales que quieren la desintegración del significado antropológico de la sexualidad hombre y mujer. Este lenguaje especulativo, desprecia la dimensión lingüística del mundo en el que convivimos al someterlo al instinto básico e irracional de las ideologías.

En el encefalograma plano del simple enunciado se esconde con calculada precisión ideológica, el horizonte del sinsentido de lo que realmente habría que decir. Sólo se transmite el sentido interesado, la propaganda desnuda de lo enunciado, sin descubrir las gravísimas consecuencias: el plan y el proyecto independista y de autodeterminación de los nacionalismos (excluyente e insolidario); los "matrimonios" de homosexuales(en vez de uniones); la violencia de género(en lugar de violencia social); el terrorismo internacional(en vez del terrorismo de ETA o islámico); la tregua terrorista(en lugar de la trampa para rearme terrorista); la izquierda "abertzale"(el brazo político-terrorista de ETA); el "estado" laico(cuando es laicista y contrario al Estado aconfesional); la discriminación positiva(en vez de simplemente discriminación); la alianza de civilizaciones(en lugar de alianza con las dictaduras y los totalitarismos); la hoja de ruta del laicismo(en vez de ataque directo al Cristianismo Católico); el diálogo y el consenso(en lugar de la imposición de las ideas del poder político); la paz perpetua(antikantiana y sometida al terror); el cambio(en vez de el cambiazo como mentira); la educación para la ciudadanía(educación sin libertad del totalitario estado laicista); el pluralismo informativo(monopolio de los medios de comunicación); la interrupción voluntaria del embarazo(el asesinato del aborto); los derechos reproductivos de la mujer(derechos inventados); las técnicas de reproducción asistida(manipulación de la vida); "progenitor a" y "progenitor b"(en sustitución de padre y madre); "cónyuge a" y "cónyuge b"(en vez de marido y mujer); el divorcio "exprés"(divorcio inmediato e irresponsable en contra de la familia); la adopción de niños por homosexuales (aberrante por ir contra los derechos de los niños); la eutanasia(activa y pasiva, como asesinato encubierto); la clonación y la reproducción terapéutica(manipulación y muerte de embriones); las "redenciones" extraordinarias de penas a los terroristas(las excarcelaciones políticas, blasfemas e indignantes para las víctimas del terrorismo); la vileza de llamar "accidentes" a los asesinatos planificados por el terrorismo; el falso "proceso de paz"(proceso de rendición y de demolición terrorista del Estado de Derecho); el "diálogo con el terrorismo"(negociación con los enemigos de la libertad).

La cuestión es, nada más y nada menos, que alterar siempre de forma programada y deliberada, el verdadero significado de las palabras, de los conceptos cotidianos, hasta hacerlos inasibles y escurridizos como agua que se escapa entre los dedos.

El espíritu especulativo del lenguaje irracional, siempre se mira en su propio espejo, donde aparece una imagen irreal, inasible y autocomplaciente: ¡Mayor egolatría, imposible!

Por este camino de la confusión dialéctica, de nada sirven las grandilocuentes proclamas al "diálogo", al "consenso", a la "tolerancia", al "talante", a la "democracia", a la "concordia", a la "libertad" y a las "libertades", a la "paz" y a la "solidaridad", a la "justicia", a la "dignidad." Y no sirven para nada, porque el espíritu especulativo del lenguaje irreflexivo, los ha vaciado de sus contenidos, y ya ni tan siquiera nos valen ni para hablar entre nosotros. Únicamente sirven para que se entiendan entre sí los políticos en el poder y los jueces, con el fin de que no comprendamos lo que realmente es la Constitución Española: Nuestra Carta Magna de las libertades y la convivencia pacífica entre todos los españoles; nuestro espíritu integrador que se basa en la unidad, la pluralidad, el bien común y la libertad en democracia.