Rocco Buttiglione y la pretensión idolátrica de los políticos

Autor: Diego Quiñones Estévez

 

 

Admirable, que un político anteponga sus principios morales y religiosos a las conveniencias y a los intereses políticos. Admirable Sr. Don Rocco Buttiglione. Le felicito, porque por Europa, y no digamos por la España de las ideologías descafeinadas, los políticos católicos están adormecidos y no son capaces de decir en público ni ante las tribunas de la política nacional e internacional, lo que el Sr. Don Rocco Buttiglione ha dicho ante la Comisión de Libertades del Parlamento Europeo: no se puede equiparar el matrimonio y la familia con las uniones de homosexuales; que la homosexualidad es pecado, lo cual no implica, como él mismo dijo, la discriminación de los homosexuales, porque también el adulterio es pecado, y esto no conlleva la discriminación de los heterosexuales. Por ello, se han lanzado contra el eurodiputado italiano, los políticos que dicen ser tolerantes con todo menos cuando se trata de las ideas y los principios cristianos y católicos, ¿Dónde están la tolerancia y el respeto a la libertad de expresión?
Nada nuevo bajo el sol, son los mismos de siempre, son los políticos de la pretensión idolátrica. Los mismos que pululan por España. Lo que han hecho con el Sr. Don Rocco Buttiglione, es exactamente el mismo sistema de acoso y derribo que se hace en coalición con los medios de comunicación anticatólicos, cuando la Iglesia Católica, denuncia la degradación moral colectiva en la que vive gran parte de nuestra sociedad. Hasta los insultos y las descalificaciones de “homofobia”, “machismo” e “intolerancia” tienen el mismo tono manido. Los guardianes de la pretensión idolátrica, se lanzan contra ella para seguir abriendo más el abismo entre la fe y la vida diaria con sus problemas. Es incomprensible e inadmisible que hasta los políticos que se dicen católicos, caigan en la trampa de la pretensión idolátrica de desvincular a Dios, a Cristo, a la Iglesia y al Evangelio, de la vida política y social. Cuando postulan esto, están negando la Encarnación de Jesús, es decir, están impidiendo que intervenga en la experiencia histórica del hombre. Dios se convierte en un estorbo para sus pretensiones idolátricas que buscan la descristianización y deshumanización de nuestra sociedad. En definitiva, quieren el destierro definitivo del Cristianismo de todos los espacios de la vida democrática.
Este empeño por tener secuestrada la conciencia colectiva con leyes que se consideran democráticas pero que en realidad responden a los intereses de la democracia formal ideologizada hasta el paroxismo, es propio de la posmodernidad ahora enganchada a los prejuicios del laicismo irracional. ¿Y por qué lo hacen? Por un prejuicio, por una pretensión idolátrica, nada nueva en la historia del Cristianismo, de que Dios no intervenga, no se ocupe y preocupe de la vida del hombre. Se niega de este modo, el Misterio de la Encarnación de Cristo en la Historia, y las consecuencias que trae para toda persona que lo acepte. El acontecimiento histórico de la Encarnación de Jesús, ha hecho que la Iglesia Católica jamás renuncie a la Verdad que nos muestra y que implica a toda la vida del ser humano: la personal, la social, la política, la cultural, la transcendente. Cuando la Iglesia Católica se niega a la eutanasia activa y pasiva y al aborto provocado; cuando se niega a la clonación de seres humanos y a la manipulación genética; cuando rechaza la absurda pretensión legal de equiparar con el matrimonio y la familia las reivindicaciones de homosexuales y feministas ultrarradicales; y cuando denuncia las injusticias contra los más débiles, no lo lleva a cabo por capricho, autoafirmación o protagonismo sino porque el acontecimiento histórico de la Encarnación de Cristo así lo exige. De lo contrario, estaría traicionando el Evangelio e impidiendo al Cristianismo cumplir con la responsabilidad que tiene en la Historia.