El suicidio blasfemo de los terroristas del 11-M

Autor: Diego Quiñones Estévez

 

 

El suicidio blasfemo de los terroristas islámicos del 11-M, como los del 11-S en Nueva York, nada tiene que ver con el sacrificio de salvación, de redención, de ofrenda, de oblación, de acción de gracia, de comunión, de reconciliación, de purificación, de expiación, de bendición y de amor de Dios, que lleva implícita la inmolación de Cristo, sumo Sacerdote. Desde las ofertas de los supermercados mediáticos, algunos politólogos de sí mismos, y algunos psicólogos y sociólogos neomarxistas o del más rancio relativismo absoluto, pretenden confundir a la opinión pública, diciendo, que esos comportamientos suicidas también aparecen en la Biblia. Si se la han leído, aunque sólo fuera por pura información cultural para conocer cómo somos por dentro los seres humanos y trascendentes, o si hubieran estudiado un mínimo de fenomenología religiosa, se darían cuenta de que el cristianismo tiene elementos básicos con otras religiones(la religación personal entre Dios y el hombre, ritos, mediaciones, hierofanías, normas....)pero no se encuentra por ninguna parte del Antiguo Testamento, y sobre todo del Nuevo Testamento, la fanática apología del suicidio blasfemo como lo han llevado a cabo los terroristas islámicos. ¿Por qué hablan en esos términos tan dudosos y oscuros? ¿Tienen miedo al fundamentalismo islámico? ¿O menosprecian a la civilización cristiana donde han nacido libres de pensamiento?
Los cristianos católicos encontramos en las Sagradas Escrituras, ejemplos claros de cómo Dios no quiere sacrificios de seres humanos: en el sacrificio de Isaac, y en el sacrificio Pascual de Cristo. Dios pone a prueba la fe del patriarca Abraham para que vea que los sacrificios de seres humanos (perversión que practicaban los cananeos idólatras con la muerte de los hijos primogénitos) es una ofensa a Dios que nos ha creado a su imagen y semejanza para la vida y no para la destrucción. Es el mismo Dios quien advierte a Abraham de lo terrible que es asesinar personas. Abraham en reconocimiento de esta toma de conciencia del no matarás bajo ningún concepto, ofrece a Dios como holocausto un carnero, figura de la pasión y muerte de Jesús. La inmolación, es el sacrificio de la propia vida, como hizo Cristo, para salvar a los demás del pecado con su muerte y resurrección. El Siervo de Dios, Cristo, “es inmolado como cordero pero resucita como Dios” (Homilía sobre la Pascua de Melitón de Sardes, obispo). Cristo es el cordero pascual inmolado, que consagra la alianza definitiva. La ley del amor de la Nueva Alianza es el principio fundamental de la inmolación del Calvario como entrega absoluta a Dios y a los hombres, actualizándose en el memorial del sacrificio eucarístico de la Santa Misa, que es la representación y la renovación del sacrificio en la cruz de Cristo. Adjudicar la inmolación a unos suicidas blasfemos nihilistas, es darle un sentido sagrado que no tiene ya que se busca la aniquilación de cualquier idea, de cualquier creencia o de cualquier persona que se interponga a sus pretensiones fundamentalistas del alcanzar falsos paraísos sexuales. La invocación a Dios, porque iban a ser felices matando a personas y ensangrentado su nombre misericordioso, es una blasfemia envuelta con el terror de la violencia sin sentido que conduce al abismo de la muerte eterna.