La cosificación laicista de la persona y del derecho

Autor: Diego Quiñones Estévez

 

 

Aquellos españoles que no quieran ver cómo nuestra convivencia en democracia, ha sido desvirtuada en los fundamentos del Estado de Derecho de nuestra sociedad civil, por parte del socialismo laicista en el poder, junto a los nacionalismos radicales y camaleónicos, es que están ciegos, o más bien cegados y fanatizados por las ideologías socialista o nacionalista, a las que prefieren esclavizarse, mientras las libertades fundamentales de la Constitución Española (1978) y de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948), son pisoteadas porque los derechos y valores han sido sometidos a un proceso de desnaturalización, de cosificación de la persona a la cual se la ha convertido en cosa, en objeto político de elaboración, al antojo de las caprichosas manos de la sociedad política en el poder.

 

Las cosas no son personas, las cosas son instrumentos u objetos. Convertir a las personas, que son el sujeto jurídico del Derecho, “en las cosas que están en su sitio”, es decir, en el lugar apetecido por la ideología en el poder, es degradarlas en su dignidad y libertad, destruyéndoles la moral, la ética, los principios y los derechos hasta convertirlas en cosas de usar y tirar, como los objetos inanimados o seres irracionales, utilizados según las circunstancias del relativismo laicista y antirreligioso.

 

Los ideócratas del nacionalsocialismo laicista, nunca han tenido ni ideas, ni principios, nunca han cumplido con los derechos fundamentales, porque han hecho del poder un medio de producción ideológica para fabricar leyes antitodo elaboradas según las cosas del azar y la necesidad política. Sus leyes son falsas, sus libertades son falsas, sus derechos son falsos y ficticios ya que son cosificaciones del derecho constitucional,  del derecho natural e internacional.

 

Las falsas leyes de la cosificación del ser humano, han pretendido sustituir las libertades, los derechos, los deberes y las realidades humanas de toda la vida, de toda sociedad civil libre. De este modo:

 

-Han cosificado el derecho a la vida por el inexistente derecho al aborto, al infanticidio, al asesinato legalizado del embrión, del feto, del no nacido y concebido.

 

-Han cosificado el derecho a la familia basada en el matrimonio entre el hombre y la mujer, por el usar y tirar del divorcio exprés y por las componendas de las apetencias sexuales promovidas por de la ideología de género, por el feminismo y el homosexualismo radicales.

 

- Han cosificado la libertad de enseñanza por el intervencionismo y la instrucción pedagógica paternalista del Estado totalitario.

 

-Han cosificado el dolor de las víctimas del terrorismo, al usarlo como instrumento de negociación política para pactar con los enemigos del derecho a la vida, de la libertad, de la justicia y la dignidad de las personas inocentes.

 

-Han cosificado la vida privada y la vida en sociedad de los españoles, de los ciudadanos que se sienten teledirigidos por el poder del socialismo y del nacionalismo laicistas que les dicen por medio de sus órganos de comunicación e institucionales, qué tienen que comer, qué tienen que ver, qué tienen qué vestir, qué tienen que votar, qué tienen que opinar, qué tienen que hacer para ser felices en los paraísos artificiales del laicismo, del socialismo, del nacionalismo, del hedonismo, del relativismo permisivo, del individualismo y del colectivismo despersonalizados.

 

-Han cosificado y desnaturalizado la soberanía nacional que reside en el pueblo español, en la Nación de España, al trocearla con estatutos de autonomías que cosifican la unidad  y la solidaridad de España, pues, la abandonan en las garras de los nacionalismos independentistas, secesionistas, antiespañoles y anticonstitucionales.

 

Los ideólogos sin pensamiento, los ideócratas sin ideas ni principios, son los que nos quieren obligar a que las cosas sean como ellos quieren que sean, es decir, que las personas no se muevan ni un ápice de su sitio para que no sean personas con derechos y deberes, sino objetos o cosas manipulables por sus deseos demagógicos. Con frases absolutistas, advierten: ¡Las cosas en su sitio! ¡Qué nadie se mueva! ¡Todo marcha bien! ¡La paz social es sólo nuestra! ¡No hay más legitimidad que la del legislador! ¡El respeto y la tolerancia es sólo nuestro! ¡La democracia somos nosotros!

 

Los cosificadores de la España constitucional, que es aconfesional y democrática, y no laicista, dicen lo que es evidente porque no ocurre así: que la fe, la religión, la Iglesia Católica, no deben legislar las libertades, pero son ellos los que las legislan con falsas leyes, son ellos, los que cosifican absolutamente todo, con un laicismo inconstitucional que ha desgobernado a España contra el bien común y las libertades fundamentales, libertades que han sido consagradas por la Constitución Española (1978) y la Declaración Universal de los Derechos Humanos(1948).