El laicismo anticristiano de Chile

Autor: Diego Quiñones Estévez

Blog del autor

 

 

Sr. Emmo. y Rvdmo. Señor Cardenal Tarcisio Bertone,
Secretario de Estado de la Ciudad del Vaticano.
Sr. Emmo. y Rvdmo. Señor Monseñor Dominique François Joseph Mamberti,
Secretario de la Santa Sede para las Relaciones con los Estados
de la Ciudad del Vaticano.

Enterados de la visita de la señora Presidente de la República de Chile, Verónica Michelle Bachelet Jeria, al Santo Padre en los próximos días, quien abajo subscribe, y junto a otros muchos hijos de la Iglesia Católica, nos dirigimos a sus Eminencias para manifestarles nuestra honda preocupación y dolor por el sesgo anticristiano y contrario a la ley natural que el gobierno de la Presidenta de Chile lleva adelante, a pesar de que pudiera parecer lo contrario. En este sentido, nos permitimos hacerles llegar algunos antecedentes acerca de la realidad del laicismo anticristiano que se está implantado por un gobierno socialista.

1. El actual gobierno socialista de Chile, se empeña en implementar prácticas públicas abiertamente abortivas, como es el caso de los dispositivos intrauterinos y la distribución de la denominada “píldora del día después”, de la cual, la señora Verónica Michelle Bachelet Jeria, ha sido su más férrea defensora.

También el gobierno socialista de Chile, está llevando adelante varios proyectos de ley sobre el aborto, presentados bajo el pretexto de una mal entendida libertad y autodeterminación sexual, intentando cambiar el orden natural de los derechos, que se definen en la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948). Si aún no van adelante con ellos del todo es porque no gozan del apoyo suficiente de los chilenos, pero sólo es cuestión de tiempo, como ya ha ocurrido en España con el laicismo radical, impuesto por el socialismo.

2. El gobierno socialista, a través de proyectos y modificaciones legislativas, está intentando dar un vuelco al sistema educativo chileno. Se han creado comisiones de acreditación pública de universidades, y se pretende establecer igual mecanismo para los niveles educativos de educación básica, preescolar y secundaria, lo que conlleva una politización del sistema educativo con un intervencionismo estatal en la distribución de los recursos públicos, atentando contra la libertad religiosa y la libertad de educación que tienen las familias, y no el Estado o las ideologías en el poder.

3. Los medios de comunicación social, controlados y subvencionados por el poder político, también participan en la destrucción de la familia, y no dudan en fomentar
 campañas antifamilia y políticas públicas para la banalización del sexo e incitar al hedonismo y al pansexualismo en niños, adolescentes y jóvenes de manera escandalosa y descarada.
Basta ver la inmoralidad del diario La Nación, que, financiado con recursos de todos los chilenos, se asemeja a un diario pornográfico. Las campañas del Sida promueven abiertamente el homosexualismo, las relaciones prematrimoniales y el sexo fuera del matrimonio. Todo ello, está destrozando a nuestra infancia, adolescencia y juventud.

4. Finalmente, es muy perjudicial que el intervencionista Estado de Chile, patrocine leyes orientadas a la legalización de las uniones homosexuales, como la ley de no discriminación, faltando al deber de promover y tutelar a la institución del matrimonio formado por una mujer y un hombre.
 

Ateniéndonos a la fe y a la razón de Cristo y su Evangelio, tal como están expuestas en el Magisterio de la Iglesia Católica, nos parece urgente tomar conciencia del gravísimo desarrollo que han ido tomando las iniciativas legislativas en los últimos gobiernos de Chile, y particularmente en el actual gobierno socialista. 

Por Chile, como por España, y por toda Hispanoamérica, presenciamos con dolor este encadenamiento de políticas antifamilia y consideramos que una palabra clara, orientadora y fuerte del Santo Padre Benedicto XVI, podría ser de capital importancia para la salvaguarda de las vidas humanas, de la moralidad pública, del matrimonio y de la familia; así como para la preservación de la fe y de la razón encauzadas hacia la Verdad de Cristo, sin olvidarnos del peligro que corren las seculares tradiciones del pueblo de Chile, que forman parte de su identidad cristiana.  

Guardar silencio nos haría a todos responsables de haber callado cuando era necesario proclamar la Verdad. De este modo evitaremos que Chile, en un futuro cercano pague un alto precio de graves consecuencias, como ya son realidad trágica en la mayoría de las naciones de América y de Europa.

Les saluda atentamente,
Diego Quiñones Estévez.