El descenso a los infiernos de un equipo de fútbol

Autor: Diego Quiñones Estévez

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El anuncio deportivo para captar socios y dinero, llevado a cabo por los responsables de un equipo de fútbol de la capital de España, Madrid, ha sobrepasado los límites de la decencia y del buen hacer deportivo, fuera y dentro de los campos de juego o de las canchas deportivas: el juego limpio, la ética del comportamiento cívico-deportivo. 

Captar socios para aumentar las arcas de un club de la Primera División Nacional de la Liga de Fútbol Profesional de España, como es el Getafe C.F., utilizando en un anuncio publicitario la blasfemia y la profanación del sacrificio de Isaac( primogénito del padre de la fe para judíos, cristianos y musulmanes: Abraham) y de la imagen de  Jesucristo y de su mensaje universal de Salvación como es el símbolo sacrosanto del sacrificio de Cristo en la Cruz, descalifica y describe la imagen impresentable de sus dirigentes ya que han empleado el insulto al Cristianismo para alcanzar sus fines materialistas e irreverentes. 

A nadie, incluido en equipo de fútbol de Primera División, se le debe permitir destruir el símbolo mítico-teológico del Paraíso que representan Adán y Eva, al presentarlo con una imagen degradante de un personaje hermafrodita, un personaje propio de la desorientación y perversión sexual de la neomarxista ideología de género revivida por el laicismo radical socialista y nacionalista.  

La campaña publicitaria de esta anuncio deportivo, profana: a  Cristo como el Nuevo Adán de la Nueva Alianza; a Cristo como el Mesías, vencedor del mal que el hombre sufre en su devenir histórico; en definitiva, a Jesucristo, como Hijo de Dios, Dios hecho Hombre que afronta el sacrificio inhumano de la muerte en la Cruz, donde el dolor y el sufrimiento asesinaron su vida, entregada para salvarnos definitivamente del pecado y de la muerte con la Resurrección.  

Para los cristianos, Adán y Eva, Eva y Adán, simbolizan a las mujeres  y a los hombres que libremente decidieron apartarse de Dios por el mero deseo de ser superiores a Él y conocer el mal. La soberbia contra Dios y contra la libertad o libre albedrío, hundieron en el pecado original a los seres humanos. En la misma soberbia, en la prepotencia de la profanación intencionada, han caído los publicistas del anuncio deportivo y quienes les han pagado para que den rienda suelta a sus aberrantes inspiraciones, indignas del arte de la publicidad televisiva o de cualquier anuncio publicitario. 

Estos publicistas sin moral ni ética, estos profanadores audiovisuales del Cristianismo, se atreven a reducir a burla los cuarenta días y cuarenta noches de Cristo en el desierto, donde hizo oración y penitencia para purificar y perfeccionar el alma y el cuerpo, el espíritu y la carne.
La lucha interior que Cristo llevó a cabo fue terrible porque se enfrentó y venció a las tentaciones del diablo que le ofrecía todos los placeres, todos los privilegios del poder mundanal, si se postraba a sus pies y le rendía culto: sólo Dios es digno de adoración y gloria. Para los sacrílegos publicistas del anuncio deportivo, un equipo de fútbol es lo primero. Han sucumbido ante las tentaciones de Satanás, a las tentaciones de la adoración al dinero y a la depravación de los intereses que están por encima de Dios, de Cristo, de los creyentes católicos.
 

Hay que tener mucho geta anticristiana, y más que nada, hay que tener un odio contra los símbolos y verdades de fe encarnados en Jesucristo y la Sagrada Biblia, para llevar a término una campaña publicitaria que ha reemplazado el sentido creativo por el escándalo y la ofensa, por la blasfemia y la profanación, por el sacrilegio y la mofa del Cristianismo. 

Con este anuncio despreciativo de Dios, de Cristo, de la Iglesia, de la Biblia, de los cristianos católicos de España, continuamos aumentando el mapa de la profanación y la depravación moral del relativismo anticristiano que no se atreve a aplicar las mismas armas de ataque a la libertad de creencias contra otras religiones o pseudorreligiones, contra sectas o herejías posmodernas, o contra los símbolos de los partidos políticos como la rosa y el puño socialista, la gaviota neoliberal, o el hacha y la serpiente del nacionalismo terrorista de ETA. No se atreven con ellos porque tiene miedo a que alguno les responda con lo que nunca haría el Cristianismo, y más en concreto los cristianos católicos: con la violencia, la sangre y el odio. 

El odio y la violencia irreverente de esta campaña deportiva de un equipo de fútbol, en buena parte pagado con los impuestos de creyentes y no creyentes, es un reflejo más de cómo las palabras y las imágenes irreverentes se han apoderado de una sociedad relativista que no quiere entender lo que es ser democrática ni civilizada, y mucho menos española, porque en nuestra Historia no caben los ataques sistemáticos contra la Tradición y la Cultura, el Patrimonio y las Virtudes, la Verdad y las verdades de fe fundamentales de la fe cristiana, siempre dispuesta a la reflexión con la razón, aunque ésta razón sea deportiva ya que también es un forma más de enriquecer a las personas humanas. 

Con este profanador anuncio antideportivo, anticristiano y tan  antipedagóigico para los niños, adolescentes y jóvenes deportistas, un equipo de fútbol, como cualquier equipo humano, no merece ser un equipo de primera categoría, ni de segunda o tercera, porque con estas maneras de andar por la vida, cualquier equipo ha descendido a los infiernos de la profanación sacrílega.