Justicia y autoridad, o la Ley del Talión

Autor: Diego Quiñones Estévez

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Cuando desde las instituciones de un Estado de Derecho, cuando desde los máximos poderes del Estado, el Legislativo, el Ejecutivo y el Judicial no se cumplen las leyes, no se hacen nuevas leyes que sean justas y acordes con los Derechos Humanos y la Constitución Española (1978), no nos extrañemos que la sociedad reaccione de forma instintiva e irracional, utilizando la ancestral Ley del Talión: ojo por ojo y diente por diente.

Basta con examinar los acontecimientos de la vida diaria para comprobarlo: como los responsables políticos, sólo aspiran a mantenerse en el poder, transforman las leyes en leyes laxas e inicuas que favorecen al terrorista, al delincuente, al asesino, a la violencia doméstica y escolar, al violador, al corrupto, a los narcotraficantes, a los partidos y organizaciones nacionalistas radicales, a las bandas juveniles violentas, al ladrón de guante blanco o pistola en mano. La ley deja de ser ley porque ha olvidado la dignidad de la persona y los caminos de la recta razón, para convertirse en actos de violencia y odio que destruyen la autoridad pública.

Ante la respuesta nula de una Justicia politizada y dependiente del poder político, algunos ciudadanos se toman la justicia por su cuenta, como en el violento o viejo Oeste norteamericano o como en las sociedades sumidas en un caos demagógico y totalitario: la Ley del Talión es la ley del más fuerte que termina con nuestras libertades porque el principio de autoridad ha desaparecido y la ley moral destruida y con ella el bien común.

Son tantísimos los hechos diarios donde el ojo por ojo y diente por diente, adquiere unos límites de degradación irracional de la Justicia, que no acabaríamos nunca de enumerarlos. La solución está al alcance de la mano de una autoridad política al servicio del bien común y no del poder, pues de ella depende que nuestra sociedad viva en paz, libertad y dignidad.

El ejercicio de la autoridad política, se ha de llevar a cabo dentro de los límites del orden moral y del orden jurídico constitucional y democrático. Es entonces cuando se hace factible la paz, la paz que nace de la libertad, de la justicia, de la verdad, de la seguridad, de la corresponsabilidad, del cumplimiento de los Derechos Humanos. Es la paz que brota de la confianza entre todos los españoles y que rechaza la paz que se impone por el terror y el miedo de una autoridad política que ha degenerado en formas totalitarias.