Un amigo de Jesús 

Autor: Claudio De Castro

 

 

Sabes, Dios conoce nuestras intenciones. Nada escapa a su mirada, ni el más escondido de nuestros pensamientos. Todo ha de ser puro y santo para acercarse a Él. Por eso nos ayuda por medio de nuestras Santa Madre Iglesia. Con el sacramento de la Reconciliación limpia nuestra alma de los pecados y con el resto de los sacramentos nos da las fuerzas, el alimento espiritual que necesitamos para conservar la gracia.

Tengo un amigo al que Jesús lo cambió. Es un enamorado de Jesús, uno de esos “locos enamorados” que han perdido el miedo al qué dirán y habla abiertamente de Jesús. Creo que te agradaría conocerlo. Una vez lo escuché hablar en un programa de radio. Me emocioné al comprobar tanto amor por la Eucaristía, por la Iglesia, por Dios... Sus palabras se llenaron de dulzura cuando pronunció el nombre de “Jesús”.

“Jesús ha ido transformando mi vida y la tuya y la de tantos que nos hemos vuelto al Señor de todo corazón. Y que no quepa duda, ya no pertenecemos al mundo, pertenecemos a Jesucristo. Yo lo digo con toda confianza y lo digo hasta con orgullo, porque mi orgullo es Jesús.

Acostúmbrate a decir: “Jesús te amo”, “Jesús yo siempre te amaré”. Dile varias veces al día: “Jesús te amo”, esto ha de ser una jaculatoria, pero también una oración, “Jesús, yo te amo”. Díselo, hermano, porque Él es el amor y cuando tú dices: “Jesús yo te amo”, Él te inunda con su Amor, y cuando ese amor te inunda, no puede caber la tristeza. Por eso es que decimos que no pueden haber cristianos tristes. Los cristianos tristes son aquellos no tienen a Cristo, porque no conocen a Jesús. Tienen a un Jesús histórico, a un Jesús que todavía está en el sepulcro. El Jesús que nosotros tenemos está con nosotros donde quiera que estemos.

En mi corazón hay un sello y ese sello dice: “Jesús”.

El pasado atrás quedó, sepultado. Quedó en el sepulcro, porque la vida nueva que tenemos es la vida de Jesucristo.
Deja que Jesús permanezca siempre, no solamente en tus labios, sino en tu corazón. Ese es el santuario de Jesús. Que tu corazón sea un santuario para Jesús, que Cristo pueda entrar, morar y estar allí permanentemente contigo”.

¿Qué hace ahora este amigo con su vida? El Amor Divino entró en su alma, sanó su vida, perdonó sus pecados, y ahora vive con Jesús en su corazón. Vive para Jesús.

Solemos encontrarnos y nos maravillamos de las cosas que Dios hace con nosotros. A veces le pregunto:
-¿A dónde te lleva Dios?
Y sonreímos felices, porque Dios siempre nos llena con proyectos nuevos.

Hoy estuvimos conversando y le volví a preguntar:
-¿Dónde te lleva Dios?
-A Jesús –respondió.
-Y, ¿a dónde te lleva Jesús?
-A Dios.