Ser Papa a los 47

Autor: Claudio De Castro



Con el nacimiento de Luis Felipe, mi cuarto hijo, celebro la vida. 

Muchos me preguntaban qué sería. Si niño o niña, y yo les respondía ilusionado: un don de Dios. El Milagro de la vida.

Teniendo a Claudio Guillermo en la Universidad, Ana Belén graduanda y José Miguel empezando secundaria, ha sido un acontecimiento que ha revolucionado nuestra familia. Sí y he pensado mucho en la familia, como un santuario para la vida, como un castillo, un refugio donde nos sentimos protegidos, amados, alentados.
Llevo por dentro tanta alegría que he deseado compartirla contigo. Estos fueron los acontecimientos que anoté en mi diario:

17 de noviembre de 2003

Querido hijo. Estas son las primeras palabras que te escribo. No imaginas la emoción con que te escribo. Primero que nada... ¡Bienvenido! Hace muchos años que te pensaba con ilusión. Eres un bebé pensado y amado desde siempre.

El día de hoy ha sido muy emocionante.

Cuando salí del trabajo llevé a tu mamá para que se hiciera un examen de laboratorio. Pasó una hora y fuimos todos en familia a conocer el resultado. ¡Positivo!¡Positivo! ¡Mamá está embarazada!

Fuimos a celebrar paseando en el auto. Los celulares no dejaron de timbrar.

18 de noviembre

Hoy he pasado el día hablándole a Dios de ti. ¡Mi hijo! ¡Qué alegría llevo por dentro!

3 de diciembre de 2003

¿Qué es ser papá? No imaginas cuánto lo pienso y medito. Debo velar por tu bienestar físico y también espiritual. Debo cuidarlos en la tierra y lograr que algún día nos encontremos también en el cielo. Me toca orientarlos, instruirlos.
A veces me asusto. Debo reconocerlo. ¿Podré con tanta responsabilidad? Me parece escuchar en el corazón la voz del Padre que me dice: “No temas, Yo estoy contigo”. Entonces me tranquilizo y sigo adelante con esta misión que se me ha confiado. Voy sereno, animado, feliz, porque sé con certeza que no estoy solo.

Ser papá me ha enseñado a confiar más y querer más al buen Dios. A menudo me digo: “Si yo que soy padre pienso así, ¿Cómo pensará Dios?”
Todo lo que hagamos con amor por nuestros hijos nos acerca al corazón de Dios.
Ya ves, querido hijo, has llenado mi corazón con nuevas esperanzas e inquietudes.

23 de diciembre de 2003

Querido hijo: Ayer te vi por primera vez. Le hicieron un ultrasonido a tu mamá y, de pronto... ¡Allí estabas! Pequeño, indefenso, y tan hermoso.

Es maravilloso el Don de la vida. Es maravilloso saber que estás dentro de tu mamá y que yo soy tu papá.

25 de diciembre de 2003

¡Feliz Navidad! Mientras te escribía estas palabras, José Miguel empezó a llamarme con urgencia:
-¡Papá!, ¡Papá!
-¿Qué ocurre? –pregunté.
-Hay un visita flor atrapado en la casa.
El pequeño pajarito estaba en la sala y no hallaba la forma de salir. Por fin logramos que saliera por una ventana y recobrara su libertad.

Anoche, durante la misa el sacerdote dijo unas palabras que copié para ti:
“La Navidad nos ayuda a amar más a Dios en la forma de un niño. ¿Quién no ama a los niños? No te canses de decirle al niño Jesús que lo quieres y verás cómo va a crecer tu amor por él”.

19 de mayo de 2004

Querido hijo:
Hoy he pensado: “Si pudiera dejarte algo muy valioso como herencia, ¿qué sería?”
Mi respuesta no la he dudado: “La Fe”.

1 de junio de 2004

¿Te has dado cuenta? Falta muy poco para que nazcas.
Ayer trajimos tu cuna a la casa y entre todos la armamos. Cada uno colocó un tornillo o sujetó un respaldar. Fue un momento emocionante y hermoso.
Todos en casa te esperamos ilusionados.

Te quiero muchísimo. Papá.

28 de junio de 2004

Querido Luis Felipe. ¿Te das cuenta que es la primera vez que te llamo por tu nombre? ¡Al fin naciste! Te veo en tu cunita, tan frágil y tierno, hijo mío. Y no me canso de agradecer a Dios tanta bondad con nosotros.

Tu mamá al menor susurro se levanta para atenderte. Su vida gira en torno a ti. Por eso dicen: “Madre sólo hay una”. Es hermosa la maternidad. La delicadeza con que una madre carga a su pequeño. Nosotros somos tan toscos.
-Luis Felipe... Luis Felipe..
Shhhh ... Silencio –me dice tu mamá - Ahora duerme.
Sueña hijo mío. Sueña cosas hermosas. Tienes el mundo por explorar. 

Dios te bendiga y nos bendiga y bendiga a todos los que son papás y mamás y les permita ver en sus pequeños un reflejo del amor inmenso e incondicional de Dios que tanto nos ama.