La inocencia de los niños 

Autor: Claudio De Castro



Me encanta escuchar a mis hijos porque siempre aprendo de ellos. Y es que los niños son puros de corazón. En ellos no hay maldad ni malas intenciones. Todo lo creen, no se imaginan que alguien les pueda mentir. Por eso los padres tenemos tanta responsabilidad. Son un barro hermoso con el que moldearemos las vasijas del mañana.

Pienso también en mi experiencias como Padre y suelo imaginar que Dios, quien también es Padre hace las cosas de forma similar en el Amor: Perdona siempre, nos protege, corre a nuestro encuentro, vela nuestro sueño.

Te contaré una anécdota reciente, en familia. Conversaban mi hija y mi esposa en el comedor sobre una revista de dietas que habían encontrado.
-Qué delicioso se ve este coliflor –dijo mi hija, señalando una página, y sugirió:
-Vamos a comerlo mañana.

José Miguel, el pequeño de la casa jugaba distraído en el piso. De pronto se levantó y exclamó asustado:
-¡Mamá, por favor! ¡El pajarito no se lo coman!
-Ay mi rey – respondió mi esposa, sonriéndole -. El pajarito se llama visita flor, y la legumbre es el coliflor.