En la presencia de Dios

Autor: Claudio De Castro

 

Hoy cuando salí del trabajo me sentía un poco apesadumbrado. Vivimos en un mundo tan violento que es difícil encontrar la santidad. Las tentaciones abundan, los malos ejemplos sobreabundan. Pareciera que hemos perdido la fe. Generalmente, cuando me siento así, busco un sacerdote para confesarme y pedir su consejo. Iba pensando en esto, camino a la Iglesia. ¿Cómo entrar al Paraíso? ¿Cómo lograr la santidad? ¿Cómo agradar a Dios? Encendí la radio y sintonicé una emisora católica en la que oraban con este salmo:

“Señor, ¿quién entrará bajo tu tienda
y habitará en tu montaña santa?
El que es irreprochable y actúa con justicia,
el que dice la verdad de corazón
y no forja calumnias;
el que no daña a su hermano
ni al prójimo molesta con agravios...” 

Dios me estaba hablando, como nos habla a todos en la Biblia. Pero yo sentía que esta vez me hablaba a mí. Me mostraba el camino. Respondía mis inquietudes. ¿Qué nos decía Dios? Que debemos actuar con justicia, que hay que decir la verdad de corazón y no dañar ni desear mal a los demás. Los santos lo descubrieron hace muchos siglos. Por eso San Agustín repetía: “Ama, ama bien, y luego haz lo que quieras, porque quien ama verdaderamente a Dios, no será capaz de hacer lo que a Él le desagrade y en cambio se dedicará a hacer todo lo que a Él le agrada”.

Vivir en la presencia de Dios y amarlo con todo el corazón, es lo que te conducirá a la perfección y la santidad. Tener presencia de Dios en tu vida. Pero somos tan débiles... ¿Quién podrá lograrlo? ¿Cómo perdonar tantas ofensas con que nos lastiman a diario? ¿Cómo voy a reconciliarme con mi hermano? No te desanimes. Dios te ama, te conoce, y no te abandonará a mitad del camino. La verdad es que ha enloquecido de Amor por nosotros. 

La vida de pecados, te aleja de Dios. Debes entonces enmendarte e iniciar un nuevo camino. ¿Cómo? Reconciliándote con el Padre, haciendo una buena confesión sacramental.

¿Y para fortalecerme? ¿Cómo voy a superar mis debilidades? La Eucaristía es la fuente de la que recibirás los dones del cielo necesarios para fortalecerte y ser irreprochable y actuar con justicia. Por eso la comunión diaria es tan importante en nuestros tiempos. ¿Y luego? Luego camina por el sendero del bien. Aprende a confiar. Participa en tu parroquia. Anima a tus sacerdotes. Lleva la buena Nueva a un mundo cansado y triste. Eres hijo de un Rey. Su Misericordia y su gracia nunca te faltarán.