Cuando te encuentras con Jesús

Autor: Claudio De Castro

 

 

Camino al trabajo me he encontrado con un pobre que pide limosna.

Al principio no me fijaba en él. Había otros a su alrededor.

Vive en una silla de ruedas, bajo el sol y la lluvia.

Cuando lo observe con detenimiento, comprendí sus penurias y pensé en aquellas palabras de san Alberto Hurtado: "El pobre es Cristo”.

Me di cuenta del enorme tesoro que tenía frente a mí. A Cristo sufriente, en ese hombre que sufre.

“Pero, es que ese hombre en nada se parece a Jesús”.

Yo pensaba igual hasta que recordé estas palabras: "Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo" (Mt 25,40).

Ahora, cada mañana lo busco, me detengo unos minutos para darle algo que lo ayude a pasar su día. Le sonrío, lo animo y le pido que me bendiga. Sé que su bendición llegará al cielo, porque Dios escucha con predilección a los más necesitados.


Nada de lo que le llegue a dar compensará ese sencillo: “Dios lo bendiga”.

En ocasiones no lo veo y me preguntó inquieto: "¿Dónde está?". Y lo busco con la mirada. Cuando lo encuentro me pongo tan feliz.

“¡Allá va!”

Y acudo a él.

A veces, después de hablar con él, le recuerdo:

"¿Y mi bendición?"

Entonces me bendice. Y yo continúo feliz mi camino.

EL pobre es Cristo. Siempre pienso en eso.

Sé que es poco lo que hago, pero hay algo, como presencia de Dios en nuestros breves encuentros. En su bendición, en sus palabras.