Buscando a Jesús

Autor: Claudio De Castro

 

 

Una vez que fui en la búsqueda de Jesús.

 

Había leído que a los grandes santos de nuestra Iglesia, se les apareció en la forma de un pobre o un enfermo. Y le pedí esa gracia al Señor. “Yo también quiero verte”, le dije, “y reconocerte”.

 

A los días acompañé a un amigo a un hospital para enfermos de cáncer. Él les llevaría la comunión y un rato de consuelo.

 

Supe de inmediato que ese día vería a Jesús.

 

Cada vez que entrábamos a un cuarto me decía: “¿Eres tú Señor?” Y buscaba a los que menos enfermos parecían. Aquellos de buen semblante. 

 

“Señor” le dije, “el día termina y no te encuentro. ¿Dónde estás?”

 

Entonces llegamos a un cuarto silencioso, al final del pasillo. No había ningún familiar. El televisor apagado. Sólo una cama al fondo y una persona en ella. Entramos y me paré frente a la cama. Y me pareció reconocerlo. “Eres tú”, casi exclamo.

 

Sentí un dolor interior, profundo, que me paralizaba.

 

Era el más enfermo de todos. El irreconocible.

 

Fue tal mi impresión que salí del cuarto a llorar.

 

Lo tuve frente a mí y no pude verlo a los ojos. No tuve el valor.

 

Su  cuerpo estaba totalmente llagado. Era un Cristo sufriente.

 

Regresé a mi casa y lo único que surgió de mi alma fue escribirte, contarte mi experiencia.

 

Me preguntaba a menudo: ¿por qué?

 

Un sacerdote amigo, a los días me  respondió: "Porque no amaste lo suficiente”.

 

“Es verdad”, reflexioné, “de haber amado, habría podido abrazarlo y curar sus heridas. Y estar con Él”.

 

Recordé a san Francisco, cuando corría por los bosques llorando: “El Amor no es amado. El Amor no es amado”.

 

Jesús, Hijo de Dios, enséñanos a amar y reconocerte en el que sufre, el necesitado.

 

Enséñanos a ser como tú.