Me duele la indiferencia

Autor: Claudio De Castro

 

 

Soñé que estaba en misa. Participaba con gran fervor. Me emocionaban las palabras del sacerdote, el Evangelio, la consagración. Llegó el momento de la comunión y le pregunté a nuestro Señor:

─ ¿Qué es lo que más te duele de nosotros?

Y me pareció que el buen Jesús, entristecido, me respondía:

─ Me duele la indiferencia.

─ ¿Somos indiferente contigo? ─ le pregunté extrañado.

Entonces se me abrieron los ojos, como si una capa de lodo cayese de ellos y pude ver lo que nunca antes había notado.

El sacerdote con la santa hostia en la mano, la elevaba para que los fieles la vieran y en su corazón adorasen a nuestro Señor.

─ El cuerpo de Cristo ─ decía.

─ Amén ─ respondía el que recibía a nuestro Señor, pero sus pensamientos estaban en otra parte, en otro lugar, distante.

Mientras esto transcurría pude ver a las personas en las bancas. En un momento tan sagrado, en el que Jesús mismo se hace presente por nosotros, no le conocíamos. Era un extraño al que pocos saludaban. Jesús nos miraba con un amor tan grande, pero nosotros no lo veíamos, ni orábamos, ni adorábamos su cuerpo y su sangre.

Muchos en sus bancas conversaban, otros leían el semanario católico, otros pensaban en sus empresas.

Y Jesús los miraba dolido.

─ ¿Comprendes ahora? ─ me dijo.

También sentí un gran dolor en mi corazón y mi alma. ¿Cómo no amarte Señor?

Al día siguiente fui a misa y recordé este sueño. De rodillas pedí a nuestro Señor, que nos diera a todos, su amor, para amarlo más, con todo el corazón y toda el alma.

Ese día, la misa cobró un nuevo significado para mí. Algo había cambiado. la sentía más luminosa, más espiritual, más profunda... Y comprendí por qué nos enseñan que es la oración perfecta, acción de gracias, la Eucaristía.