Lo verdaderamente importante

Autor: Claudio De Castro

 

 

Es curioso andar desempleado. Pasan los días y tus prioridades ya no son las de antes. Es como si fueras otra persona, distinta, al que eras.

Esta tarde me puse a pensar en mi trabajo, los que allí quedan, las cosas que hacía y me pregunté: “¿Realmente eran tan importantes aquellos detalles a los que les prestaba tanta atención?” Tenía un archivo importantísimo, con documentos que eran imprescindibles. Cuando me marché, nadie me los pidió, es más ni siquiera les dieron una ojeada. Sencillamente los arrojé al tinaco y listo. La empresa continúa igual, sin mí, como si yo nunca hubiese estado en ella.

Si esto era así, ¿por qué les daba tanta importancia a estas pequeñas cosas? ¿Cuál era mi inquietud?

Ahora, que veo el mundo un poco diferente, me digo: ¿Qué es lo realmente importante? Concluí que el tiempo, mi familia, Dios, mantener la esperanza, aumentar mi fe, estar alegre. Disfrutar los pequeños instantes de la vida.

Hace unos días escuché la conferencia de Randy Pausch, un profesor de la universidad Carnegie Mellon. Se llama "the last lecture" (la última clase). Y en el caso de Randy, es cierto, porque está muriendo de un cáncer incurable. Tiene una hermosa familia, sus hijos están pequeños y en su charla, que dura casi una hora, nunca se quejó. Nunca gritó. Nunca lloró. Sencillamente dijo, entre otras cosas, siempre sonriendo: “Seré como Tigger, el tigre simpático, amigo del oso Pooh. Vive alegre, lleno de optimismo. Voy a ser feliz el tiempo que me queda”. Su video lo han visto millones de personas en Youtube. Es verdaderamente inspirador.

“Lo más valioso que tenemos, dijo Randy, es el tiempo. ¿Qué hacemos con nuestro tiempo, el tiempo de vida? Lo valoramos tan poco y al final es lo único importante”.

Randy tiene razón. He decidido disfrutar más la vida, quejarme menos, empeñarme más en lograr mis sueños, y llevar adelante a mi familia.

Me he propuesto ver más amaneceres, disfrutar más con los míos, ayudar a todo el que pueda, y confiar en Dios.

Después de todo, el tiempo no nos pertenece, es suyo, y aunque quisiéramos alargarlo, jamás podremos lograrlo.



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