Cuando Dios te habla

Autor: Claudio De Castro

 

 

       A veces siento que Dios pone en mi corazón una Palabra, un gesto, un signo, para que pueda seguir adelante. Y es que somos tan frágiles y nuestra fe flaquea tanto que necesitamos esa voz de aliento que nos dice en el silencio: “Animo. Yo estoy contigo”.

 

Ayer durante la misa, me encontraba preocupado. Sabes, la vida no siempre es sencilla.

“Señor”, le dije” “Ayúdame”.

 

Entonces me vino a la mente una historia edificante del Antiguo Testamento (2 Reyes 6, 11-17). Fue increíble!  Corrí a casa y la busqué en la Biblia.

 

El rey de Aram estaba en guerra con Israel, y cada vez que trataba de atacarlos por sorpresa, el profeta Eliseo advertía a su pueblo donde serían atacados.

 

Ocurrió entonces que...

 

 “El rey de Aram se preocupó mucho por eso; convocó a sus servidores y les dijo: «Díganme quién de nosotros está con el rey de Israel». Uno de sus servidores respondió: «Nadie, señor rey, sino que es Eliseo, el profeta de Israel, quien revela al rey de Israel hasta las palabras que pronuncias tú en tu cuarto al acostarte».  El rey le dijo: «Vayan a ver dónde está para que lo detengamos».

 Le informaron que estaba en Dotán.  Entonces el rey despachó para allá abajo caballos, carros y un numeroso destacamento; llegaron de noche y cercaron la ciudad.  El sirviente del hombre de Dios se levantó muy temprano y, cuando salió, vio que un regimiento rodeaba la ciudad con sus caballos y carros. El muchacho dijo a Eliseo: «¡Ay, señor mío! ¿Qué vamos a hacer?»  Le respondió: «No temas, porque los que están con nosotros son más numerosos que los que están con ellos».  Eliseo se puso a orar: «Yavé, abre sus ojos para que vea». Y Yavé abrió los ojos del joven, quien vio la montaña cubierta de caballos y carros de fuego que rodeaban a Eliseo”.

 

Me he reído a gusto con esta historia. Y me he sorprendido, por el temor del muchacho, porque es como nosotros, y por la seguridad de Eliseo, que tiene la certeza de Dios.

 

Me he reído, pero ha sido por la alegría inmensa de saber que Dios nos cuida.

 

No estamos solos. Dios está con nosotros. Y vela por nuestro bienestar.

 

“'Como un padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por sus fieles”  (Sal 102, 13).

 

Dios te envuelve con su amor.

¿Acaso no te das cuenta? 

Mira a tu alrededor.  Allí está.

Mira en tu interior. Allí habita.

 

Hay que verlo con la certeza de la fe.

 

Lo sé bien.  Después de tantos años buscándolo, lo encontré donde siempre estuvo, en mi interior, en su creación, en mis hermanos.

 

¿Estás desesperado? Tal vez Dios te ha estado hablando y no lo escuchaste.

 

Dios te quiere hablar. Tiene algo importante que decirte.

 

Si esta vez te decides y pones atención, lo escucharás con la claridad del viento, con la fuerza de una tormenta, cuando con amor infinito de dice al oído:

 

No temas, porque yo te he rescatado; te he llamado por tu nombre, tú eres mío.... Para rescatarte, entregaría a Egipto, Etiopía y Saba, en lugar tuyo. Porque tú vales mucho a mis ojos, yo doy a cambio tuyo vidas humanas; por ti entregaría pueblos, porque te amo y eres importante para mí” (Is. 43, 1-4).

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