Los políticos que no amaban a las mujeres

Autor: Clara Jiménez

 

El sexo ha dejado de ser el “idioma del matrimonio”, y la primera relación sexual, vinculadora imborrable de dos almas, ya no es más que el eslabón inicial de una cadena de encuentros en pos de diversión y compañía. Cuando los políticos acallan las consecuencias de la promiscuidad facilitando el aborto y las píldoras postcoitales, olvidan que el sexo da vida, y el aborto después del sexo, muerte. Muerte y desgarro también en las mujeres, las mayores perdedoras de ciertas iniciativas feministas. Hoy los legisladores banalizan la muerte-aborto después de haber hecho lo mismo con el sexo, ese instrumento que liga al unísono los corazones, almas y cuerpos de los que se casan, para emprender su gran tarea divina, y que resulta un perturbador para los exploradores egoístas de cuerpos y renegadores de un embarazo tanto como del compromiso.