Comulgar con respeto

Autor: Clara Jiménez



Confieso que me duele ver como las octogenarias que asisten a Misa se
han aficionado a comulgar en la mano. Se creerán más modernas, pero se
equivocan. Las nuevas disposiciones sobre la Comunión quieren
recuperar lo que de sagrado tiene la donación del cuerpo de Cristo
entre los asistentes. La Eucaristía es lo más grande que acontece
sobre la Tierra y sin interrupción: el Hijo de Dios vuelve a ofrecerse
por la salvación humana y son almas devotas las que quiere a su lado.
Comulgar en la mano, sin arrodillarse, sin un gesto de reverencia y
sin pasar por el confesionario denotan una escasa fe y más escaso amor
aún, cuando no sacrilegio. Que los sacerdotes sean responsables del
bien excelso que entregan y sepan estar a la altura, adoctrinando como
conviene a los fieles que él le son encomendados.