Benedicto XVI: El gran filósofo de Dios

Autor: Carlos Vargas Vidal  

 

        

El saber filosófico no se parece en nada al saber vulgar. Y uno puede entender que la sabiduría popular no siempre tenga destellos de sabiduría real; pero irónico es que el discurrir de algunos, que se creen sabios, solo tenga trazos y contornos de una verdad repulsiva. Es decir, engañosa, obstinada y enfermiza.  

La vida no solo está hecha de cosas concretas. También tiene misterios. El saber científico sólo puede habérselas con las primeras. El saber filosófico con las demás. Hasta donde alcance su entendimiento. Propio de lo humano. Y Dios, que lo hizo todo, lo sabe. Por eso también habla al corazón y no solo a la inteligencia. Ahí es donde está la fe.  

En el hombre y la mujer hay, pues, tres niveles de conocimiento natural: el sentido común, la ciencia y la filosofía. Empero, se pueden tener oídos, y no se oye. Y se pueden tener ojos, y no se ve. Porque Dios ha querido ocultar la percepción o conocimiento experimental de lo divino al necio. A ese que no se da cuenta. Pero siente que le sobra su razón, aunque inferior, para lo científico o lo mundano. Y entonces siente que lo sabe todo, aunque ignora los linderos propios de la razón humana. Y he aquí donde sobresalen los que tienen una razón superior. Esa que trasciende y nos alumbra las verdades profundas de la fe. La experiencia de Dios. Y una de ellas es Benedicto XVI. Su Santidad el Papa. 

¿Y quién es el Papa? El Cardenal, arzobispo de Viena, Christoph Schönborn, un destacado prelado de la Santa Madre Iglesia Católica, se ha referido en más de una ocasión a la brillantísima inteligencia de Joseph Ratzinger, nuestro Santo Padre. Pero como el ratón no se puede comer al gato. Entonces encuentra más fácil retorcer y sacar de contexto las palabras llenas de sabiduría humana de este gran filósofo de Dios.  

El rabino Yehuda Levin, portavoz de la Unión de Rabinos Ortodoxos de Estados Unidos y Canadá, ha dicho que “la Iglesia católica tiene un problema con la extrema izquierda que está haciendo un daño inmenso a la fe”. Y agrega: “La izquierda está ayudando a destruir y corromper los valores de la Iglesia y esto tiene un efecto cascada en todas las comunidades religiosas del mundo". Pero el materialismo izquierdista no está solo. A ese materialismo se han unido políticos, empresarios, entidades y personas con poco o nada de escrúpulos. Son los mismos que se pasan tratando de demostrar que Dios no existe. O que la Iglesia está desfasada. Simplemente porque no se aviene a lo material de sus concepciones caprichosas y malolientes. 

Cuando nos los oye usted hablar de Borgia o de la Inquisición Española es porque, entonces, están arremetiendo contra el clero. Pero usted no les oye hablar de las verdaderas atrocidades humanas. Por ejemplo, en el transcurso de seis meses de la dictadura de Robespierre fueron encarceladas 500.000 personas, 300.000 confinadas y 16.594 guillotinados. Ni hablar de los grandes ateos como Stalin y Hitler quienes asesinaron a millones de personas.  

No hay nada que detenga a estos nuevos inquisidores. Desfiguran la Sagrada Escritura, la Tradición y la Vida y las Obras de los grandes Santos y Doctores de la Iglesia. Así que, ¿qué más puede esperar el Santo Padre? Son críticas totalmente ideologizadas pero, sobre todo, falsas, calumniosas y perniciosas. Las mismas que soportó Jesús y lo llevó a la Cruz en nombre de la Verdad.  

No olvidemos las palabras del historiador León Moulin: Yo, agnóstico, pero también historiador, que trata de ser objetivo, os digo a los católicos, que debéis reaccionar en nombre de la verdad contra aquellos que os imputan muchas cosas falsas. De hecho, a menudo, no es cierto lo que os imputan. Pero, si en algún caso lo es, también es cierto que, tras un balance de veinte siglos de cristianismo, las luces prevalecen ampliamente sobre las tinieblas. ¿Por qué no pedís cuentas a quienes os las piden a vosotros? ¿Acaso han sido mejores?