¿Es Dios malo o no existe?

Autor: Carlos Vargas Vidal

 

 

Hace muchos años, dentro de un salón de clases, un profesor universitario retó a sus alumnos con esta pregunta: “¿Dios creó todo lo que existe?” Y un estudiante contestó valiente: “Sí, lo hizo”.

“¿Dios creó todo?”, preguntó nuevamente el profesor. “Sí, señor, respondió el muchacho”.

El profesor contestó: “Si Dios creó todo, entonces Dios hizo al mal, pues el mal existe; y bajo el precepto de que nuestras obras son un reflejo de nosotros mismos, entonces Dios es malo”. El estudiante se quedó callado ante tal respuesta y el profesor, feliz, se jactaba de haber probado una vez más que la fe era un mito.

Otro estudiante levantó su mano y dijo: “¿Puedo hacer una pregunta, profesor?” “Por supuesto”, respondió el profesor. El joven se puso de pie y preguntó: “Profesor, ¿existe el frío?” “¿Qué pregunta es esa? Por supuesto que existe, ¿acaso usted no ha tenido frío?

El muchacho respondió: “De hecho, señor, el frío no existe. Según las leyes de la Física, lo que consideramos frío, en realidad es la ausencia de calor. Todo cuerpo u objeto es susceptible de estudio cuando tiene o transmite energía; el calor es lo que hace que dicho cuerpo tenga o transmita energía. El cero absoluto es la ausencia total y absoluta de calor; y es cuando todos los cuerpos se vuelven inertes, incapaces de reaccionar; pero el frío no existe. Hemos creado ese término para describir cómo nos sentimos si no tenemos calor”.

“Y, ¿existe la oscuridad?”, continuó el estudiante. A lo cual el profesor respondió: “Por supuesto”. El estudiante contestó: “Nuevamente se equivoca, señor, la oscuridad tampoco existe. La oscuridad es en realidad la ausencia de luz”. “La luz se puede estudiar, la oscuridad no; incluso existe el prisma de Nichols para descomponer la luz blanca en los varios colores en que está compuesta, con sus diferentes longitudes de onda. La oscuridad no. ¿Cómo se puede saber cuán oscuro está un espacio determinado? Con base en la cantidad de luz presente en ese espacio, ¿no es así? Oscuridad es un término que el hombre ha desarrollado para describir lo que sucede cuando no hay luz presente”.

Finalmente, el joven preguntó al profesor: “Señor, ¿existe el mal? El profesor respondió: “Por supuesto que existe, como lo mencioné al principio, vemos violaciones, crímenes y violencia en todo el mundo, esas cosas son del mal”. A lo que el estudiante respondió: “El mal no existe, señor, o al menos no existe por sí mismo. El mal es simplemente la ausencia de Dios y es, al igual que los casos anteriores, un término que el hombre ha creado para describir esa ausencia de Dios”.

“Dios no creó al mal. No es como la fe o el amor, que existen como existen el calor y la luz. El mal es el resultado de que la humanidad no tenga a Dios presente en sus corazones. Es como resulta el frío cuando no hay calor, o la oscuridad cuando no hay luz”.

Entonces el profesor, después de asentir con la cabeza, ¡se quedó callado! El joven estudiante se llamaba Alberto Einstein.

Esta hermosa reflexión que recibí “de una piadosa hermana” nos confirma que el mundo sin la luz de Dios estaría envuelto en tinieblas. ¡Las tinieblas del mal! No en vano Jesús dijo: “Yo soy la luz del mundo; quien me sigue no anda en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Jn 8,12).

Hoy día, los profesores, como el que tuvo Einstein, ya poco hablan de que Dios es malo porque el mal existe. Hoy, por el contrario, ellos hablan de que Dios no existe porque el mal existe. Pareciera como si con esta afirmación se responde a la pregunta de ¿cómo es posible que exista el mal en el mundo, si Dios que lo ha creado, es bueno?

Como aquel muchacho, entonces yo preguntaría: “Profesor, ¿es que todo lo del mundo es malo?”. La respuesta de un buen Profesor sería: “¡No!, hay muchas cosas buenas en este mundo; pero nada ni nadie es perfecto. Ni nada ni nadie es eterno”.

Este encarnado exabrupto de negar a Dios porque existe el mal pudiera interpretarse como una reacción normal y racional que el mal provoca en la sociedad. Pero, ¡no lo es! En realidad, el decir que Dios no existe porque el mal existe es una invención de los que no quieren creer en Dios y, por ello, quieren que los demás también así lo crean.

El mayor desatino del hombre actual es querer prescindir de Dios de una u otra forma y en todas las circunstancias. Cuando intentamos sacar a Dios de nuestra mente y de nuestro corazón; es decir, cuando esa luz divina se apaga; entonces surge inevitablemente esa oscuridad de la que hemos hablado anteriormente. Siendo todo así, el hombre empieza a creerse dueño de sí mismo cuando, en realidad, lo que sucede es que se está convirtiendo en un esclavo de sus propias pasiones: la sensualidad, la avaricia, la envidia, el orgullo, la codicia, la soberbia, la vanidad y el odio. En este caso, y por ello, cuando el hombre pierde el sentido de Dios, pierde también el sentido de la dignidad y condición de hombre. Pero, sobre todo, pierde toda esperanza en su salvación eterna. ¡Esa es la verdadera luz que apagamos: La luz de la Vida. La Luz de la Eternidad!

Pero tú, no te dejes engañar: ¡Ten a Dios siempre presente en tu corazón!