Ciencia y religión

Autor: Carlos Vargas Vidal

 

 

Por muchos años se ha sabido que en el ser humano existe una necesidad de la religión. Muchos pensadores así lo sostienen. Por ejemplo, Berdiaef ha dicho que el hombre es un ser incurablemente religioso. Max Scheler va más allá y dice que el hombre o cree en Dios o se fabrica un ídolo.

Por muchos años también se ha conocido el papel de la Ciencia y de la Religión. El teólogo católico alemán, Josef Schmitz, lo expone así: la ciencia procede de acuerdo con el supuesto de que sólo pueden sernos conocidos unos procesos intramundanos, que a su vez descansan exclusivamente en condiciones y causas intramundanas; mientras que la religión admite que existe una realidad suprasensible y supramundana, que también influye en el acontecer intramundano.

Es claro, pues, que no debiera haber controversia entre la Ciencia y la Religión. El objeto de la Ciencia no es estudiar a Dios. La Ciencia estudia la Naturaleza. A Dios lo estudia la Teología. Por eso no tiene sentido buscar argumentos científicos para demostrar la existencia de Dios. La Ciencia se limita a responder a «cómo» se realizan las cosas. El «porqué» y «para qué» es propio de la Filosofía.

¿Por qué entonces algunos científicos u hombres de ciencia desdeñan y hasta vilipendian a la religión?

Mientras que para la Iglesia Católica no existe motivo alguno para un conflicto entre fe y ciencia, existen muchos científicos que se han empeñado en señalar la imposibilidad de entablar un diálogo sano entre ambas. Un estudio publicado en Estados Unidos (El informe elaborado por los historiadores Edward Larson de la Universidad de Georgia y Larry Witham del Instituto Discovery de Seattle) mostraría que el problema no sería por causa de la fe ni de la ciencia, sino más bien de algunos científicos, quienes en su mayoría rechazan el dato revelado y se declaran ateos, con sus consecuentes prejuicios y vicios metodológicos.

Científicos cercanos a la Creation Science Foundation señalan que "la radicalidad del punto de partida ateo revela prejuicios que pueden distorsionar el propio trabajo científico" y destacan que "el informe de Larson y Witham es otro botón de muestra de cómo los científicos suelen adoptar el ateísmo como una postura natural del quehacer científico, cuando en realidad es un vicio de método que ha llevado a desarrollar la ciencia en términos materialistas a lo largo de este siglo".

Lo lamentable de todo ello es lo que bien expresara el científico italiano Antonio Chiichichi: “El ateísmo no tiene a sus espaldas ni la ciencia ni la razón. El ateísmo es también un acto de fe. La única diferencia es que el ateo tiene fe en la nada, y el cristiano la tiene en Dios. Quien quiera profesar la fe en la nada, que continúe siendo ateo; pero a condición de que no pretenda que su opción esté motivada por razones científicas”.