Sentido de la vida

Autor: Padre Carlos G. Valles, S.J.

Web: Carlos G. Vallés

 

 

   

  

Acabo de ver dos películas de Errol Flynn de tiempos de mi juventud, y las dos sobre la India: "Kim de la India" y "La carga de la brigada ligera" que inmortalizó Tennyson con su poema. Y también había yo leído hace poco con gran sentimiento y aprecio la autobiografía de Errol Flynn ("My Wicked, Wicked Ways", 1959), lo cual dio más realce a la experiencia. La pantalla mostraba un hombre lleno de vida y alegría; pero la autobiografía revelaba una persona atormentada y atribulada. Lo tuvo todo, pero no fue la suya una vida fácil. Voy a dar sus palabras, su confusión ante la vida (llegó a intentar suicidarse), y un episodio al final que redime su tristeza.

"Allí estaba yo, en la cumbre del mundo. Tenía riquezas, amigos, era conocido internacionalmente y las mujeres me buscaban. Podía tener todo lo que puede comprarse con dinero. Y sin embargo me encontré con que allí, en la cumbre del mundo, no había nada. Estaba yo sentado en la cumbre, sí, pero debajo no había montaña. Ya sé que a muchos a quienes les cuesta ganar cinco mil dólares al año les parecerá extraño que yo diga que nada me importaban mis ingresos de $200.000 por película, que eso no me decía nada, y que me daba asco a mí mismo. Yo era sólo el playboy de occidente.

[La confusión:]
Un día llamé a mi ayuda de cámara, y le dije, "Alexandre, quiero que pongas este monograma en cada una de mis chaquetas de traje en el bolsillo del pañuelo."
"¿Por qué?", me preguntó.
"Una buena pregunta", le dije. "¿Por qué? Eso es lo que quiero saber y no encuentro respuesta. ¿Por qué? Por eso quiero que hagas bordar este monograma en todos mis trajes."
Yo había dibujado un signo de interrogación, así: "?".
Esta era mi propia confusión, y ella se hizo mi marca de fábrica. Mi propio cuestionarme a mí mismo. ¿Por qué? ¿Cómo se hace un hombre lo que es? ¿Quién se hace? No lo sé. No lo supe nunca. Pero me acosaba tanto esa pregunta que tenía que llevar ese símbolo para satisfacer mi propia curiosidad o por mi propio tormento, o para hacer pensar a la gente. Todavía llevo un signo de interrogación en el bolsillo del pañuelo en todos mis trajes. I todavía me sigo preguntando por qué.
Llegué a entender la total inconsecuencia de la existencia de los humanos en la tierra."

[El incidente:]
"Una fría noche, después de una representación en Cincinnati, dejé el teatro de mal humor. No me gustaba la obra de teatro, y no sabía qué estaba yo haciendo allí, en esa ciudad, con un trabajo tan poco convincente.
Me sentí como un perro, pasada ya su vida; es decir, que profesionalmente estaba yo ya en el ocaso de mi carrera. La depresión me embargó de lleno.
Al salir del teatro, una anciana tullida en silla de ruedas obstruía la salida. Me excusé, y traté de pasar de largo. Ella me agarró por el brazo y dijo suavemente, "Gracias, muchas gracias."
¿Qué favor le había hecho yo? Quizá le había dado un par de entradas para la representación y no me acordaba, o si no ¿qué sería?
Me dijo, "Gracias por todas las maravillosas horas de felicidad que usted me ha dado. Si conociera usted mi vida, sabría lo que le digo." Yo estaba confundido. Ella me besó la mano y me dijo, "Ahora váyase a casa y duerma."
Yo salí pensando, "Quizá mi vida no ha sido tal desastre después de todo." Cualquiera que lleva unos momentos de felicidad a otra vida humana no ha perdido el tiempo en este mundo que por lo demás está lleno de temor y de oscuridad. Quizá no había sido todo inútil. Quizá no era una pérdida de tiempo.
Quizá todo lo que yo soy en este mundo y todo lo que he sido y he hecho viene a ser no más que un toque de color en un mundo prosaico. Y eso es ya algo.

" [Comento: Lo que a fin de cuentas alegra la vida es el haber alegrado la vida de otros. Y todos podemos hacer eso.]