Salmo 82, ¡No estés callado, Señor!

Autor: Padre Carlos G. Valles, S.J.

Web: Carlos G. Vallés

 

"¡Señor, no estés callado,
en silencio e inmóvil, Dios mío."


Tú eres un Dios activo, Señor. Te he visto actuar desde la energía omnipotente de la creación, cuidando a diario a tu pueblo y haciéndote presente en la tierra con el soplo del Espíritu, en la iniciativa de tu gracia y el poder de tu brazo. Tú fuiste nube y comuna de fuego, tú fuiste viento y tempestad, tú abriste mares y derrumbaste muros, tú mandase ejércitos y ganaste batallas, tú ungiste a reyes y gobernaste naciones, tú inspiraste la virtud e hiciste posible el martirio. Tú eras el mayor poder del mundo, Señor, y los hombres y mujeres lo sabían y lo reconocían con reverente temor.

En cambio ahora, por el contrario, estás callado. El mundo va por su lado, y tu presencia no se hace sentir. La gente hace lo que quiere, y las naciones se gobiernan como si tú no existieras. No se cuenta contigo. Y tú estás callado. No se ven por ningún lado nubes de luz ni columnas de fuego. No se oyen las trompetas de Jericó ni se sienten los vientos de Pentecostés. No se te hace caso, no cuentas para nada; la gente, sencillamente, te ignora. ¿Es que nos has abandonado, Señor?

Y cuando pienso en mi propia vida, me encuentro con la misma situación. Hubo un tiempo en que yo sentía tu presencia y notaba tu poder. Tú me hablabas, me inspirabas, me guiabas. Era el entusiasmo de mi juventud y el fervor de mis años mozos, y en aquellos días tú eras tan real para mí como mi amigo más íntimo, y tomabas parte en mis planes y decisiones, en mis alegrías y penas, con un realismo que era al mismo tiempo fe y experiencia. Eran días de felicidad y de gloria. En cambio, ahora hace mucho ya que estás callado. No oigo tu voz. No siento tu presencia. Estás ausente de mi vida, y yo sigo, sí, haciendo lo que siempre hacía y creyendo lo que siempre he creído; pero como por costumbre, por rutina, sin convicción y sin entusiasmo. Cuando hablo de tu poder, hablo del pasado; y cuando exalto tu gracia, hablo de memoria. Te has borrado de mi experiencia, te has callado en mi vida.

Vuelve a hablar, Señor. Vuelve a ser alguien real y tangible para mí y para todos los que aman tus caminos. Ocupa el lugar que te pertenece en el mundo que has creado y en mi corazón, que sigue consagrado a ti. Haz callar a los que hablan de su ausencia y de tu muerte. Rompe el silencio, y que se entere el mundo de que estás aquí y estás al frente de todo lo que existe.

"Que reconozcan que tú solo, Señor,
eres excelso sobre toda la tierra."