Salmo 56, Tus planes sobre mi

Autor: Padre Carlos G. Valles, S.J.

Web: Carlos G. Vallés

   

  

Invocaré al Dios Altísimo,
al Dios que lleva a cabo sus planes sobre mí.


¡Cuánto me consuela, Señor, saber que tú tienes planes sobre mí! Para ti no soy algo inútil. No soy del montón, no soy una creación de rutina, no soy un producto accidental. Estoy en tus pensamientos y en tus planes desde antes del comienzo de todas las cosas. Soy pensamiento en tu mente antes de que las estrellas brillaran y los planetas encontraran sus órbitas en obediencia. Tengo sentido ante ti antes de tenerlo ante mí mismo. Hay un plan para mí en tu corazón, y eso basta para que yo valore mi vida y me atreva a existir. Tú ves donde yo no llego y sabes lo que yo no sé. Tú me conoces y, conociéndome, cuentas conmigo para llevar a cabo tus sueños del Reino. Tienes un plan para mí. Descubrirlo viviéndolo día a día es mi misma definición como persona. Quiero ser yo mismo, en fe cotidiana, hasta encontrarme a mí mismo en ti. Esa es mi vida.

No sólo tienes planes sobre mí, sino que los llevas a cabo. A pesar de mi ignorancia, mi debilidad, mi pereza y m inconstancia, tú llevas a cabo tus planes y cumples tu promesa. Nunca me fuerzas, pero me llevas cariñosamente, con la ayuda de tu gracia, en el misterio que respeta mi libertad y consigue sus propósitos. Tus planes no fallarán y tu meta se alcanzará sin falta. Mi propia vida descansa en la perspectiva cósmica de tu infinita providencia. La partícula de polvo se ha hecho estrella resplandeciente. Soy parte de ese firmamento glorioso, y dejo que su belleza y su majestad se reflejen en la pequeñez de mi ser. Entonces siento el poder de la creación que fluye en mis entrañas, y me lleno de alegría y de fe para levantar la voz en el concierto del universo. He encontrado mi puesto en el mundo, porque he encontrado mi puesto en tu corazón. Y éste es mi cántico:

Mi corazón está firme, Dios mío, mi corazón está firme.
Voy a cantar y a tocar:
Despierta, gloria mía;
despertad, cítara y arpa,
despertaré a la aurora.
Te daré gracias ante los pueblos, Señor,
tocaré para ti ante las naciones:
Por tu bondad que es más grande que los cielos,
por tu fidelidad que alcanza a las nubes.
Elévate sobre el cielo, Dios mío,
y llene la tierra tu gloria.