Salmo 53, El poder de tu nombre

Autor: Padre Carlos G. Valles, S.J.

Web: Carlos G. Vallés

   

  

¡Oh Dios, sálvame por el poder de tu nombre!

Adoro tu nombre, Señor, tu nombre que mis labios no se atreven a pronunciar. Tu nombre es tu poder, tu esencia, tu persona. Tu nombre eres tú. Me alegra pensar que tienes nombre, que se te puede llamar, que puedes entablar diálogo con el hombre y la mujer, que se puede tratar contigo con la confianza y familiaridad con que se trata con una persona querida.

Al mismo tiempo, respeto el silencio de tu anonimato al ocultar tu nombre a los mortales y velar el misterio de tu intimidad con la sombra de tu transcendencia. Tu nombre está por encima de todo nombre, porque tu ser está por encima de todo ser.

Tu nombre está escrito en los cielos y lo pronuncian las nubes entre truenos. Lo dibujan los perfiles de montañas en la nieve y lo cantan las olas eternas del océano. Tu nombre resuena en el nombre de cada hombre y cada mujer en la tierra, y se bendice cada vez que un niño es bautizado. Toda la creación expresa tu nombre, porque toda la creación viene de ti y va a ti.

También yo, en mi pequeñez, son un eco de tu nombre. No permitas que ese eco muera en silencio estéril.

¡Sálvame, oh Dios, por el poder de tu nombre!