Salmo 118, «!Cuánto amo tu voluntad! Todo el día la estoy meditando».
Autor: Padre Carlos G. Valles, S.J.
Web: Carlos G. Vallés
Y toda la vida. Contemplación y estudio que nunca acaban, porque tu voluntad es tu propia esencia, eres tú mismo en la infinitud de tu ser.
Contemplación y estudio que son entendimiento y adoración y traen la sabiduría y el gozo al corazón del joven que entrega a ello lo mejor de su vida.
«Soy más docto que todos mis maestros,
porque medito tus preceptos;
soy más sagaz que los ancianos,
porque cumplo tus leyes».
Enséñame, Señor, a reconocer tu voluntad en las leyes de la naturaleza y en los accidentes de la vida, en las normas que rigen a los pueblos y en los sucesos que llenan el día, en las órdenes de la autoridad y en los impulsos de mi propio corazón.
Tu voluntad es todo lo que sucede, porque tú estás en todas las cosas y tu dominio es supremo.
Verte a ti en todas las cosas y reconocer tu voluntad en todos los acontecimientos es el camino de la sabiduría, la felicidad y la paz. Hazme aprender esa lección fundamental en la meditación reposada de las profundidades de tu Ley.
«Que llegue mi clamor a tu presencia;
Señor, con tus palabras dame inteligencia.
De mis labios brote la alabanza,
porque me enseñaste tus leyes;
mi lengua canta tu fidelidad,
porque todos tus preceptos son justos.
Tu voluntad es mi delicia».
Que tu voluntad haga siempre mis delicias, Señor.