Personal

Autor: Padre Carlos G. Valles, S.J.

Web: Carlos G. Vallés

 

 

   

  

Acabo de pasar unos días en la India y os los quiero contar. Mi avión aterrizó en Ahmedabad de noche, y al llegar yo a la puerta de la Universidad de San Javier con los amigos que me habían venido a buscar al aeropuerto, me encontré con que en los escalones de subida a la entrada habían puesto lucecitas de aceite en pocillos de barro para recibirme en el estilo indio tradicional. Me emocionó la bella bienvenida.

El 30 de noviembre, festividad del Guru Nanak, fundador de los Sijs y apóstol de unidad entre religiones, tuvo lugar la función para la que yo había sido invitado. La "Academia de la Lengua Guyaratí" me había concedido el "Premio Sacchidanand 2000" por mi contribución a la literatura guyaratí, y había organizado un seminario público en el que cuatro escritores analizaron la influencia de mi estilo en la literatura guyaratí moderna. Comprenderéis que no quise perderme la ocasión.

Dijeron de mí que en mis escritos reunía yo la claridad francesa, el humor inglés y el calor español. Y que había contribuido con la frase breve, la metáfora rápida y la lógica rectilínea a la literatura actual. Algunos dijeron que se veía que yo era matemático en la lógica de mi estilo, mientras que otros por el contrario dijeron que lo único que no se explicaban de mí era cómo siendo hombre de letras podía ser también catedrático de matemáticas. Tiene que haber opiniones para todo. En especial señalaron que yo había logrado el arte difícil de escribir en primera persona haciendo de todas mis obras una gran autobiografía personal, que es algo que da personalidad, unidad y credibilidad a mis escritos, y que ha sido muy imitado y ha hecho ya escuela entre los mejores escritores actuales. Por eso me concedían el premio.

Yo contesté en mi discurso de aceptación que ahora me consideraba embajador de la cultura india en el mundo occidental, y les expliqué ejemplos que he contado y cuento en mis libros y en mis charlas por Europa y América, sobre todo ejemplos lingüísticos, ya que estábamos entre académicos de la lengua. Por ejemplo. Lo que es nominativo en castellano o en inglés ("yo tengo un derecho") es dativo en guyaratí ("para mí hay un derecho"). Y hay miles de ejemplos como ese. La consecuencia importante es lo que eso significa en la devaluación fundamental del "yo" (centro de la filosofía hindú), ya que no soy yo quien "hago" o "tengo" cosas, sino solamente alguien a quien le "suceden" o le "pasan" cosas, lo que cambia toda la mentalidad de la moral humana. En castellano yo soy el "autor" de lo que hago, mientras que en guyaratí yo soy el "testigo" de lo que me pasa. Esa es la diferencia de actitud mental entre oriente y occidente, y eso explica muchas cosas. El lenguaje descubre y forma al mismo tiempo la conducta.

En guyaratí no hay (¡sorprendentemente!) un verbo para decir "tener". "Yo tengo dinero" se traduce por "Cerca de mí hay dinero". Las cosas no se "poseen", sino solo andan por ahí en nuestra cercanía. Lenguaje de desprendimiento.

La frase de David ante el profeta Natán, "¡He pecado!", la tradujo el brahmán hindú que traducía la Biblia por "A través de mí una equivocación ha sucedido." Nuestros teólogos hubieron de corregirla para hacerla más ortodoxa.

Podéis imaginaros que tuvimos una sesión muy divertida. Al final me dijeron que me van a tener que dar más premios para que tenga que volver y pasarlo bien con ellos.

El único contratiempo fue que la línea aérea me perdió la maleta, pero afortunadamente llegó luego a tiempo, pues en ella llevaba el traje negro formal hindú, que se puede tomar por el traje talar de un obispo o por el traje de etiqueta de un embajador indio y me gusta llevar en esas ocasiones. Al fin pude ponérmelo.

Me despedí con pena, no sin dejarles antes a mis amigos el resto del contenido de la maleta que se había perdido y al fin llegó a tiempo. Adivinad lo que era: turrones para endulzarles la Navidad