No pasa nada

Autor: Padre Carlos G. Valles, S.J.

Web: Carlos G. Vallés  

 

  

 

No pasa nada

Estoy paseando al atardecer y levanto la mirada al cielo. Hay unas nubes maravillosas, leves, difuminadas, transparentes, que acarician el azul con ternura de alas de ángel y dibujan la eternidad en los horizontes de la morada humana. Exposición abierta de pintura cósmica en el paseo público para que la contemple todo el que tenga el tiempo de pararse un momento y no haya perdido el reflejo de mirar al cielo. Pero nadie la ve.

Yo me paro y contemplo la belleza del cielo vespertino. Al verme parado en medio de la calle y mirando hace arriba, alguien piensa que pasa algo y se pone a mi lado a mirar hacia donde yo miro. Pero no ve nada. Luego otro y otro. Tampoco ven nada. Otro más se acerca y pregunta: "¿Qué pasa?" Y otro contesta: "No pasa nada." Y todos se van. Yo sigo mirando. ¿Cómo les voy a decir que lo que pasa es una nube?

Despacito voy recitando el soneto de Borges que me sé de memoria:

"No habrá una sola cosa que no sea
una nube, lo son las catedrales
de vasta piedra y bíblicos cristales
que el tiempo arrasará, lo es la Odisea
que cambia como el mar, algo hay distinto
cada vez que la abrimos, el reflejo
de tu rostro ya es otro en el espejo,
y el día es un dudoso laberinto.

Somos los que se van, la numerosa
nube que se deshace en el poniente
somos nosotros, incesantemente
la rosa se convierte en otra rosa.

Eres nube, eres mar, eres olvido;
eres también todo lo que no has sido."

El sol se ha puesto ya en el horizonte. La estela blanca de un avión surca en este momento el cielo rectilíneo rubricando el cuadro de las nubes. Por un juego de luces, el metal del avión atrapa por un momento el rayo del sol poniente y me lo envía en un destello dorado de despedida.

Aún me quedo un momento. Sigo caminando. No ha pasado nada. Y luego me dirán que la vida no es bella.