Me contáis

Autor: Padre Carlos G. Valles, S.J.

Web: Carlos G. Vallés

   

  

Me decís que a veces me repito. Tenéis toda la razón del mundo. Yo lo vi primero en otros. Oí una vez una gran conferencia a un conocido agente social en el Guyarat. Hablando contra el tabaco, que se cultiva mucho en la región por ser plantación lucrativa, dijo con énfasis: "¡En el Guyarat se siembra tabaco y se cosecha cáncer!" Me pareció una frase feliz con un mensaje claro. Diez años después le oí al mismo orador en otra charla, y al poco rato dijo: "¡En el Guyarat se siembra tabaco y se cosecha cáncer!" Sonreí para mis adentros. La primera vez la frase me sacudió por la novedad. La segunda vez por la continuidad. Hay que seguir insistiendo. Porque lo siguen cultivando.

El ejemplo más perseverante que conozco en oratoria sagrada es el del benemérito jesuita español Francisco Zubeldia que llegó a la India ya de mayor y no consiguió aprender bien la lengua guyaratí. Pero tenía un gran celo apostólico, preparó con la ayuda de catequistas nativos una charla sobre Jesucristo, la aprendió de memoria y la fue repitiendo por todo el estado de colegio en colegio (de no católicos, por supuesto) declamando siempre la misma charla como si fuera la primera vez. A lo largo de su vida y a lo ancho de todo el estado del Guyarat con su población de treinta millones, llegó a dar la misma charla millares de veces. Fue la labor de su vida. Es una buena receta para la variedad. O cambias de tema, o cambias de auditorio. Que cambien ellos.

Las buenas ideas, las buenas frases, los buenos cuentos son pocos. Mi profesor del "Tratado de Dios" en teología decía que Dios Padre sólo tiene una idea: el Verbo. Esa es su expresión única, completa y definitiva, y allí está todo. Cuanto más sencillos seamos en nuestras ideas, más nos acercaremos a Dios. Y mi profesor de astronomía nos contaba en clase que cuando Kepler estudiaba el cosmos y encontraba varias explicaciones para describir una situación estelar, escogía siempre la teoría más sencilla porque, decía, esa sería sin duda la más próxima a la verdad. Y Einstein, en su teoría de la relatividad, escogió también el sistema de ecuaciones más sencillo diciendo que Dios no se hubiera perdido la oportunidad de escoger ese ante otros más complicados al hacer el mundo.

Por cierto, esto de Kepler creo que ya lo había escrito yo alguna vez antes en algún sitio...