Me contáis

Autor: Padre Carlos G. Valles, S.J.

Web: Carlos G. Vallés

   

  

Paul Claudel fue uno de los héroes intelectuales de mi juventud con su profundo catolicismo, su poesía, y su estilo tan elegante y tan brillante. Su frase, “Tout ce qui arrive est adorable”, ha sido una de mis citas favoritas de por vida. Alguien que lo sabe me ha enviado recientemente un artículo en que aparecen varias de sus cartas en la correspondencia que mantuvo durante veinte años, a carta por semana, con la joven Françoise de Marcilly. Las cartas son profundas y bellas, pero un párrafo me ha dolido:

“He apreciado mucho -escribe el poeta a la muchacha- lo que dices de Bach, pero nunca he podido amar a este músico. Me fastidia. Y, además, es protestante y eso me basta. ¿Qué puedo esperar de bueno de un protestante?”

¿Cómo pudo Claudel escribir eso? Claro que su actitud se reflejó luego en la de sus amigos. Y tal para cual. Esto dice en otra carta:

“Ida Rubinstein y Strawinsky me han pedido hacer para ellos un nuevo oratorio, y he escrito el primer acto con el tema ‘Tobías’, que ha quedado bastante bien. Entonces Strawinsky ha cambiado de opinión y me ha escrito ¡que sus principios religiosos le impedían poner en música un drama tomado de la Sagrada Escritura!”

Me gusta Strawinsky, me fascina Bach, y seguiré citando a Claudel. “Tout ce qui arrive est adorable.”