Me contáis

Autor: Padre Carlos G. Valles, S.J.

Web: Carlos G. Vallés

   

  

¿Qué hace usted cuando se le estropea el ordenador? - Llamo por teléfono al servidor y se lo digo. Hoy lo he llamado. Llevaba varios días sin poder abrir el correo electrónico. Ni enviar ni recibir. Y se iría aumentando la pila de mensajes. He marcado el número de socorro. Después de mucho esperar con la musiquilla del teléfono en la oreja, me ha contestado una señorita cansada, "Le atiende Nuria", me ha hecho abrir ventanas, pinchar solapas y teclear letras. Al final me ha dicho:

- Es un problema emblemático.
- Perdone, no entiendo. ¿Quiere eso decir que les está pasando a muchos?
- Sí, eso.
- Es decir, que tienen la culpa ustedes.
- Bueno sí, si lo pone usted así.
- ¿Y ya ha quedado arreglado para mí?
- Sí, es decir, no. Siga usted intentando abrir el correo y se le abrirá en el transcurso de la tarde.

Ha transcurrido la tarde y no se me ha abierto. Pero ahora contesto más profundamente a tu pregunta. ¿Qué hago yo cuando he hecho todo lo que tengo que hacer? ¿Qué siento? ¿Qué me digo a mí mismo?

Renuevo mi humildad. No soy más que polvo y cenizas como Abraham ante Yahvéh. Admito mi levedad metafísica. Reconozco mi dependencia de otros seres de la creación. Quedo sumido en la conciencia de mi ignorancia. Acepto que otros piensen mal de mí cuando ven que no contesto a sus correos ya que no saben que no los he recibido. Justa penitencia por mis pecados. Pacifico mi alma ante la impaciencia de imaginar cuántos correos se amontonan, cuándo podré recibirlos, cómo contestaré. Me admiro de sobrevivir sin abrir cada día el correo electrónico, de cortar la adicción, de romper la puntualidad, de no perecer ante la incertidumbre de cuánto durará la crisis. Me sorprende que no he perdido el apetito. Intento una sonrisa, y veo con alivio que todavía puedo sonreír a pesar de la crisis aguda de credibilidad del ser. Le sonrío a mi ordenador, sentadito como está sobre su secreto y su misterio. Y sobre mis mensajes. La vida sigue. El cosmos gira. La eternidad espera. En el curso de la existencia se me volverá a abrir el correo electrónico. No ha pasado nada.