La Virgen y el niño Jesús

Autor: Padre Carlos G. Valles, S.J.

Web: Carlos G. Vallés

 

 

     

[Es el título de un cuento folclórico del célebre escritor español Juan Valera que transcribo ligeramente abreviado.]

Paquita no era fea ni tonta. Pasaba en el lugar por muy despejada y graciosa; pero como era pobre, no hallaba hidalgo que con ella quisiera casarse, y como se jactaba de bien nacida no se allanaba a tomar por marido a ningún pelafustán o destripaterrones. Paquita, en suma llegó a los treinta años todavía soltera.

En el fondo de su alma, Paquita deploraba mucho haberlos cumplido y no estar casada; pero como era buena cristiana y piadosísima, buscaba y hallaba consuelo en la religión, y trataba de suplir con el amor divino la carencia del amor humano. Con todo, no lograba conformarse con dicha carencia, a pesar de los grandes esfuerzos místicos que de continuo hacía.

Impulsada por sus opuestos sentimientos, iba de diario a una hermosa capilla de la iglesia mayor, donde, en elegante camarín, había una muy devota imagen de la Virgen del Rosario con un Niño Jesús muy bonito en los brazos. Paquita, llena de fervorosa devoción, se encomendaba a la Virgen y le rezaba muchas salves y avemarías; a veces se entusiasmaba, hablaba en voz alta y pedía marido a aquella divina Señora.

El monaguillo, que era travieso y avispado, hubo de oír las jaculatorias de Paquita, y determinó hacerle una burla. Subió al camarín cuando ella estaba en la capilla y se escondió detrás de la imagen. Paquita tuvo aquel día uno de los momentos de exaltación de que hemos hablado, y con emoción vivísima rogó a la Virgen que no la dejase soltera y sola en el mundo.

El monaguillo, escondido tras la imagen, dijo entonces: "¡Te quedarás soltera! ¡Te quedarás soltera!"

Creyó Paquita que era el Niño Jesús quien le contestaba, y exclamó con enojo: "¡Ea, cállate, Niño, que estoy hablando con tu Madre!"

["Cuentos populares", p.171]