Es que lo nuestro es distinto

Autor: Padre Carlos G. Valles, S.J.

Web: Carlos G. Vallés

 

   

  

Ella estaba enamorada de él. Él estaba enamorado de ella. Ella no podía vivir sin él. Él no podía vivir sin ella. Querían casarse y casarse enseguida. Sin embargo eran tales las diferencias, las circunstancias, las evidencias, y era tan joven todavía la edad de ambos y tan corta su experiencia en la vida que lo menos que se les podía pedir era que esperasen un poco y se aclarasen. Pero no estaban dispuestos a esperar. Se habían aclarado y se habían decidido. Su amor era verdadero, y era eterno. No podía fallar. Se casaban cuanto antes.

Les dije que el amor podía ser verdadero, pero que una relación tan breve no podía ser garantía de la continuidad de por vida que requiere el matrimonio. Les cité casos que ellos conocían de matrimonios que habían comenzado muy bien y acabado muy mal. Les expliqué que la naturaleza humana es inconstante, que sentimientos pueden cambiar, que la relación más fuerte puede romperse, y que eso les ha sucedido a otros y podía sucederles a ellos, sobre todo dado el poco tiempo desde que se conocían. Pero ambos me contestaron con una sonrisa inatacable: “Pero es que lo nuestro es distinto.”

Les dije, delicadamente para no herir sus sentimientos tan fuertes, que mi vida era ya larga y había visto muchas parejas, y había oído siempre la misma respuesta, “Pero es que lo nuestro es distinto”, y que todas creen que son distintas, pero la naturaleza humana tiene rasgos universales y es bueno saberlo, y en su caso harían muy bien en darse más tiempo y conocerse mejor y esperar un poco antes de una decisión prematura. Pero me contestaron mirándose el uno a la otra: “Pero lo nuestro es distinto.”

Fui cruel. Les enseñé el primer chiste que el genial Quino pone a toda página en una de sus colecciones. Ha dibujado treinta y seis parejas, chico y chica en casto abrazo, todas ellas idénticas, copia exacta unas de otras en perfecto calco repetido treinta y seis veces en toda la página, y una pareja entre las treinta y seis habla en el dibujo para expresar lo que todos los enamorados en la página sienten, y el novio y la novia de la pareja se dicen simultáneamente y mutuamente embelesados: “¿Cómo hacerle comprender al mundo que lo nuestro es maravillosamente distinto?”

El chiste es claro y el dibujo evidente. Lo comprendieron. Se rieron beatíficamente. Y volvieron a decir inconmovibles: “Sí, pero es que lo nuestro es distinto.”

Lo siento, Quino.