El subconsciente amigo 

Autor: Padre Carlos G. Valles, S.J.

Web: Carlos G. Vallés

 

   

  

Mientras dormimos arreglamos muchos problemas. Y si no, ahí va lo que me acaba de pasar a mí. Estaba charlando con unos compañeros de hace muchos años, y uno de ellos, para cambiar de tema de conversación dijo, "Paulo maiora canamus". Nos reímos. Son tres palabras en latín que significan, "cantemos más alto", y son el final de un hexámetro de Virgilio en la Eneida, que en años de juventud citábamos, como acababa de hacer este compañero ahora, para elevar de tono la conversación cuando resultaba repetida o rebajada.

Nos reímos todos. Hacía siglos que no oíamos esa expresión. Todos la recordamos, y eso ya nos alegró los rostros y redimió la conversación. Y entonces otro añadió, "Ese es el final de un hexámetro de Virgilio. ¿Se acuerda alguien de las dos otras palabras latinas que preceden a "paulo maiora canamus", es decir, el principio del hexámetro? Yo sé que estaban ahí pero no puedo acordarme."

Nadie se acordaba y nadie se preocupó por ello. Yo mismo me olvidé del incidente, y seguí la conversación y el resto de mis ocupaciones y acabé el día y me fui a dormir sin volver a pensar en el hexámetro virgiliano. Subrayo esto para decir que no es que le anduviese dando vueltas o tratando de recordar esas palabras o preocupándome en modo alguno por ellas, sino que sencillamente me olvidé del incidente y me acosté en paz aquella noche y dormí sin sueño alguno.

Y aquí viene lo del subconsciente. La mañana siguiente al despertar, antes de cualquier otro pensamiento o gesto u oración, antes de poner el pie en el suelo y pensar en qué día estaba, lo primero de todo y de manera clara y definitiva, dos palabras aparecieron en mi memoria: "Sicélides Musae". ¿Qué era aquello? Ah, sí. Ahora me vino a la memoria. Eran las dos palabras que faltaban, el principio del hexámetro de la Eneida. Claro, así era: "Sicélides Musae, paulo maiora canamus."

Y junto con las palabras me vino a la memoria todo el contexto del episodio olvidado. Eneas, el héroe de la Eneida, viene de Troya, pasa por Cartago donde la reina Dido se enamora de él y quiere retenerlo, hasta que él, consciente de su destino, se libera de las intrigas de la reina y se embarca para Sicilia de donde seguirá hasta su destino en la fundación de Roma. Y el poeta apela aquí a "las musas de Sicilia" (que eso son las "Sicélides Musae") para acabar con el sórdido episodio de Cartago y seguir triunfalmente hacia Roma: "¡O Musas sicilianas, cantemos algo más alto!".

Misterios del subconsciente. Milagro del sueño. Operación secreta del chip de mi memoria que recibió la señal del "paulo maiora canamus", buscó en sus circuitos integrados durante la noche, y me presentó la respuesta en bandeja al abrir el ordenador de mi mente por la mañana.

Soñando se resuelven los problemas.