El sindicato

Autor: Padre Carlos G. Valles, S.J.

Web: Carlos G. Vallés

   

  

Esta anécdota es de cuando no hace tanto tiempo en la India se repartían los periódicos en la calle donde los voceaban muchachos corriendo a toda prisa de esquina en esquina, y los compraban los transeúntes al pasar.

- Dame un periódico, muchacho.
- No, señor, yo no se lo vendo.
- Pero ¿cómo? Si tú mismo estabas dando voces para venderlo aquí mismo?
- Sí, en aquella esquina, pero en esta calle no.
- No lo entiendo, y tengo prisa. Hala, dame el periódico y aquí tienes el precio.
- No puedo, señor.
- ¿Por qué?
- Porque esta calle es del Cojuelo.
- ¿Y quién es el Cojuelo? ¿Y por qué es suya esta calle?
- Porque es cojo y no puede correr de calle en calle voceando y vendiendo a la carrera como nosotros. Por eso hemos decidido entre todos reservarle esta calle para que aquí venda él solo. Y eso lo respetamos todos. - Ya entiendo. Es vuestro sindicato.
- Nada de sindicatos ni tonterías, señor. Es nuestra amistad y nuestro arreglo. Él es cojo y nosotros le ayudamos, eso es todo. Mírelo, ahí viene. Cómprele a él el periódico.

El hombre le compró dos periódicos.