El secuestro del yo

Autor: Padre Carlos G. Vallés

Web: Carlos G. Vallés

   

  

¿Qué tienen de común estas expresiones?
No me gusta conducir por el centro, porque si te descuidas te ponen una multa.
Con tantas opciones uno no sabe qué hacer.
¿Qué te dijo papá?
¡Vete tú a saber!

Tienen en común que, aunque es la primera persona singular la que habla en todas ellas, no aparece en ninguna. La primera debería decir: "No me gusta conducir por el centro, porque si me descuido me ponen una multa." Pero no quiero suponer un descuido mío y se lo paso a mi interlocutor: "Si te descuidas (tú), te ponen una multa (a ti)". La última frase usa el mismo truco. "¡Vete tú a saber!" Debería decir: "Yo no lo sé", pero antes de confesar mi ignorancia te la cargo a ti: "¡Vete tú a saber!"

La segunda frase escapa del "yo" al "uno". En vez de confesar, como es el caso de hecho, mi propia confusión y decir: "Con tantas opciones yo no sé qué hacer", me escabullo una vez más y se la cargo al impersonal: "Uno no sabe qué hacer."

En la tercera frase es el papá quien le habla al niño, pero para reforzar su autoridad no le dice, "¿Qué te dije yo?", sino "¿Qué te dijo papá?" Y también es sabido que los monarcas y los papas recurren al "nosotros" o "nos" para mayor impresión.

Nosotros creemos que todo eso es debilitar el yo. El lenguaje que uno usa denota su personalidad. Si no tienes cuidado, te haces daño a ti mismo.