El cuerpo extraño

Autor: Padre Carlos G. Valles, S.J.

Web: Carlos G. Vallés

 

   

  

A un amigo mío le han puesto una prótesis en la rodilla y me cuenta cómo va volviendo a andar. Ya anda bien y sin apoyos, pero le cuesta subir escaleras, le cuesta mucho más el bajarlas, y sobre todo le choca el pensar que lleva un material extraño en la rodilla. El médico le ha dicho: "Mientras considere usted a la prótesis como un cuerpo extraño dentro del suyo, no andará bien. La manera de andar bien después de la operación es aceptar la prótesis, tomarla como algo suyo, como parte de su pierna y de su cuerpo y de todo su ser, y entonces volverá a andar con naturalidad y facilidad. Ese es el secreto."

Me hizo pensar. Primero en el cuerpo. Es parte de mi ser, y sin embargo me habían educado a considerarlo como enemigo, como tentación, como extraño. No lo es. Mi rodilla soy yo, y si está lastimada soy yo el que está lastimado en ella. Y soy yo ahora quien doy la bienvenida a la ayuda que viene de fuera pero que hago mía y acepto e integro en mi cuerpo para mi bien. Hacerla "sentirse en casa" es la mejor manera de que mi casa vaya bien.

Después pensé en la naturaleza. Tampoco es una extraña. Es, de alguna manera, parte de mí y yo parte de ella. A veces me molesta, me afecta el frío o me agobia el calor, me moja la lluvia o me azota el viento. Sufro y no ando a gusto. Quizá el secreto para andar a gusto sea el sentirme uno con ella.

Y pienso en la personas que conozco. Nadie es un extraño. Bienvenidos todos a mi vida. Vamos, todos juntos, a andar bien. ¿No es verdad que todos formamos un cuerpo?