El año nuevo indio

Autor: Padre Carlos G. Valles, S.J.

Web: Carlos G. Vallés

 

   

  

[El Año Nuevo indio cae este año el 24 de octubre. Esto he escrito yo para la revista de los jesuitas indios JIVAN.] 

La fiesta son cinco días que se llaman EL TRECE DE LA RIQUEZA, EL CATORCE DE LA OSCURIDAD, LA HILERA DE LUCES, EL AÑO NUEVO, EL DÍA DEL HERMANO. El trece y el catorce son el fin de la quincena oscura de la luna, ya que el año nuevo comienza la noche de luna nueva para crecer con ella en luz y alegría. 

El primer día se honra a Lakshmi, diosa de la riqueza, y a los instrumentos que la crean. El agricultor venera a los bueyes y al arado, el carpintero a la sierra y el martillo, el cocinero a sus pucheros, y el negociante a sus libros de cuentas. Para nosotros éste es el día en que ofrecer nuestros respetos al ordenador, saludarlo con las manos juntas, acariciar la pantalla, el teclado, el ratón, la torre y el módem con todo cariño y agradecer sus servicios. El es mejor antivirus para todo el año. 

El segundo día recuerda a Yama, el dios de la muerte. Integra en la vida el lado oscuro de las cosas, los obstáculos, las penas, la muerte, aliviando el sufrimiento y suavizando el dolor. Cualquier hostilidad, calumnia, ataque personal o enemistad larvada queda neutralizada al tejerse en la trama total de la vida. A Yama se le llama "El huésped supremo", porque llega sin anunciarse, como buen huésped, y para cuya visita nos preparamos recibiendo durante nuestra vida a todos los huéspedes que vengan de improviso y a todas las dificultades que se presenten sin anunciarse. La hospitalidad a todos y a todo es el corazón de la espiritualidad india. 

La hilera de luces es el centro de la fiesta. Todo el país se viste de luz. Es la noche en que Rama y Sita volvieron de su destierro a su trono, y el pueblo entero encendió lámparas votivas de barro a lo largo de toda la región para alumbrarles el camino. Itinerarios de luz para nuestra vida y alegría de visión para el futuro. Y a la luz la acompañan las tracas y cohetes que mantienen despierta a la noche. 

Luego viene el día de año nuevo. Día de oraciones y saludos. Ante todo la visita al templo para recabar la bendición de Dios para todo el año y para todos los que amamos. Y luego la visita de casa en casa. Todos van a ver a todos. Las manos juntas, la cabeza inclinada, los labios abiertos en sonrisa y palabra: ¡Feliz año! Los muchos años que yo viví en Ahmedabad, me pasaba ese día en bicicleta yendo de casa en casa, saludando a amigos, sonriendo a rostros, tomando dulces, bebiendo té, acariciando calles, amando a la ciudad. Día de alegría y cariño universal de todos para todos. 

El último día de la fiesta es el Día del Hermano. También tiene que ver con Yama, el dios de la muerte. En ese día él fue a comer a casa de su hermana gemela Yamuna. Ella le preparó una comida a su gusto, y luego le pidió la bendición a la que tenía derecho después del banquete: "Prométeme que cualquier hermano que vaya a comer a casa de su hermana en este día no morirá muerte prematura." "Concedido", accedió Yama, y nació la costumbre. En este día en la India todo hombre que tenga una hermana va a comer a su casa y recibe su bendición con la promesa de Yama. La fiesta del más bello y más noble de todos los amores en la tierra, el amor de hermana y hermano. Todo jesuita indio que tenga una hermana hará bien en ir a comer ese día a casa de su hermana. Y quizá nuestras queridas Hermanas religiosas podrían invitarnos ese día a comer en sus conventos para honrar su nombre de hermanas y hacernos sentirnos sus humildes y agradecidos hermanos con sus cuidados y su bendición.