Del cuadro al soneto

Autor: Padre Carlos G. Valles, S.J.

Web: Carlos G. Vallés

   

  

Algo parecido ocurre con el célebre soneto de Lope de Vega, "El soneto de los sonetos", que también es una maravilla y tampoco dice nada. Va sólo desgranando verso a verso lo que va haciendo sin grandes ideas ni metáforas excelsas, pero al final el conjunto resulta una obra sublime porque ha convertido también una vulgaridad ordinaria en una obra de arte.

Un soneto me manda hacer Violante;
en mi vida me he visto en tal aprieto.
Catorce versos dicen que es soneto,
burla burlando van los tres delante.

Yo pensé que no hallara consonante,
y estoy en la mitad de otro cuarteto,
mas si me veo en el primer terceto
no hay cosa en los cuartetos que me espante.

Por el primer terceto voy entrando,
y aun parece que entré con pie derecho
pues fin con este verso le estoy dando.

Ya estoy en el segundo, y aun sospecho
que estoy los trece versos acabando.
Contad si son catorce, y está hecho.

En realidad, no ha dicho nada. No es como aquellos eternamente célebres sonetos suyos, "¿Qué tengo yo que mi amistad procuras?" o "Cuando en mis manos, Rey Eterno, os miro". No hay, en éste, maravillas de lenguaje ni profundidad de ideas. Es casi una narración en sí aburrida. También aquí podía haber dicho Lope de Vega: "Hay días en que a uno no se le ocurre nada." Pero al ir contando paso a paso lo que va haciendo da sentido al incidente mínimo, y con él a la vida entera. La vida se vive verso a verso. Parece prosaica, pero al final resulta un magistral soneto.

Quizá Lope de Vega, Velázquez y el gatito tengan algo en común. También yo andaba esta mañana tratando de empezar esta página Web y no sabía cómo hacerlo. "Hay días en que a uno no se le ocurre nada." Y ha venido el gatito. No es nada, pero nos hemos reído, ¿verdad? La vida se compone de cosas intrascendentes. Alegremente vividas. Ése es el secreto.