Andar hacia atrás

Autor: Padre Carlos G. Valles, S.J.

Web: Carlos G. Vallés

   

  

Esta es la última travesura de mi ordenador. Estaba yo escribiendo un libro y quería imprimir sólo las tres últimas páginas para contrastar unos datos. Le di la orden: Imprimir 273-275. Le di a la tecla, se encendieron luces, se sacudieron las entrañas de la máquina y comenzaron a salir las páginas impresas.

Pero no paraban. Yo había pedido sólo tres, la 273, la 274 y la 275, pero aquí iban saliendo ya media docena y esto no paraba. ¿Qué había pasado? Me fijé y vi que las páginas se estaban imprimiendo en orden descendente: 273-272-271-270-... ¡teníamos para rato! Encendí todas las luces rojas mentales de emergencia, y vi el entuerto. Yo no había marcado bien los números, y por falta de apretar bien una tecla, en vez de marcar 273-275 había marcado 273-75, con lo cual el ordenador tan serio iba imprimiendo desde la 273 hacia abajo hasta la 75, ¡nada menos que ciento noventa y nueve páginas!

Me precipité sobre el instrumento, frené, paré, desconecté, hasta que la impresora se paró con un gemido de protesta. No le gusta que se la interrumpa cuando está haciendo un trabajo. Lo siento. Pero no tuve más remedio.

Sí, ya lo sé, la culpa era mía. Pero, caray, ¿no podía el ordenador haberse dado cuenta? Claro que a él le da lo mismo ir para adelante que para atrás, imprimir tres páginas o doscientas. Pero ¿no podía sospechar que yo no estaba tan loco como para andar hacia atrás? ¿No podía haberme sacado unos de esos letreritos que tanto le gusta sacar de "¿Está usted seguro de que...?" antes de seguir?

Cuando me serené caí en la cuenta de que el ordenador me había hecho un favor. Me había enseñado una lección muy práctica. No, no me refiero a fijarme bien cuando le doy una orden, sino algo más original que ni a mí ni a ninguno de mis profesores y amigos electrónicos se les ha ocurrido. Y es que es mejor imprimir al revés. ¿Por qué? Porque si imprimo al derecho diez páginas de una a diez, se me colocan la segunda encima de la primera, la tercera encima de la segunda..., la décima encima de la novena, y luego yo tengo que ponerlas en orden inverso con riesgo de traspapelarlas o de que se corra la tinta si me precipito. En cambio imprimiendo al revés, de la diez a la una, ellas se me colocan al derecho por sí mismas. La última en imprimirse es la número uno, y todas las demás han quedado ya en su orden debajo de ella. Me ahorran el trabajo.

Gracias, querido ordenador. Eres un encanto.