Textos vivos de San Pablo sobre, "El Padre, el hijo y el Espíritu"

Autor: Camilo Valverde Mudarra

 

 

1.- El Dios de la gracia


Rom 5,15-16.20-21: “Pero no como fue el delito, fue el don; porque debido al delito de uno solo todos murieron, mucho más la gracia de Dios y el don por la gracia de un solo hombre, Jesucristo, sobreabundó en todos.

Y no ya como fue el delito por uno que pecó, así fue el don; porque el juicio, a partir de un solo delito, conduce a condenación, mas el don, después de muchos delitos, conduce a justificación.

Mas la Ley intervino para que abundase el pecado; pero donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia, para que, como reinó el pecado en la muerte, así también la gracia por la justicia para la vida eterna por medio de Jesucristo Nuestro Señor”.

Tito 2,11-14: “Pues se ha manifestado la gracia de Dios, que ofrece la salvación a todos los hombres, enseñándonos a que, renunciando a la impiedad y a las concupiscencias de este mundo, vivamos sobria, justa y piadosamente, aguardando la bienaventurada esperanza y manifestación de la gloria del gran Dios y Salvador Nuestro Jesucristo, que se entregó a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo escogido, lleno de celo por las obras buenas”.



2.- El Dios de la paz

Rom 5, 1-2: “Justificados, pues, por la fe, tengamos nosotros paz con Dios por Nuestro Señor Jesucristo, por medio del cual hemos obtenido también, en virtud de la fe, el acceso a esta gracia en que nos mantenemos y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios”. 

Ef 2,14: “Él, en efecto, es nuestra paz; el que de ambos pueblos, hizo uno, derribando el muro medianero de separación, la enemistad”.

Rom 15,30-33: “Os pido, hermanos, por Nuestro Señor Jesucristo y por el amor del Espíritu Santo, que luchéis conmigo orando por mi a Dios, para que pueda yo defenderme de los incrédulos en Judea y que la misión que llevo a Jerusalén resulte grata a los santos, de tal manera que pueda llegar yo felizmente a veros y, si Dios quiere, descansar entre vosotros.

"Que el Dios de la paz sea con todos vosotros. Amén”.



3.- El Dios justificante


Gal 2,16-21: “Mas, sabiendo que el hombre no se justifica por las obras de la Ley, sino por su fe en Jesucristo, también nosotros creemos en Cristo Jesús, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la Ley, porque ‘nadie será justificado por las obras de la Ley’. Mas, si buscando ser justificados en Cristo somos aún tenidos por pecadores, ¿será acaso Cristo ministro del pecado? De ninguna manera, porque si edifico de nuevo las mismas cosas que destruí, a mí mismo me presento como transgresor. Pues yo, por la Ley, he muerto a la Ley a fin de vivir para Dios. Estoy crucificado con Cristo, y ya no vivo yo, sino que es Cristo el que vive en mí. Y, si al presente vivo en carne, vivo en fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. No rechazo la gracia de Dios, pues si la justicia se obtiene por la Ley, entonces Cristo murió en vano”.

Rom 3,27-29: “¿Dónde, pues, está la jactancia? Ha sido excluida. ¿Por qué Ley? ¿La de las obras? No, sino por la Ley de la fe. Decimos, pues, con razón que el hombre es justificado por la fe sin las obras de la Ley. ¿O es que Dios es solamente Dios de los judíos? Sí, también de los gentiles”.



4.- El Dios reconciliador


2 Cor 5,18-21: “Todo viene de Dios que nos reconcilió con Él por medio de Cristo, y nos confió el misterio de la reconciliación. Pues en Cristo, Dios reconciliaba al mundo, no imputándole sus pecados y confiándonos la palabra de la reconciliación. Somos, pues, embajadores de Cristo, como si Dios exhortase por nosotros. En nombre de Cristo os rogamos: reconciliaos con Dios.

Al que no conoció pecado, lo hizo pecado en lugar nuestro para que seamos justicia de Dios en Él”.

Ef 2,14-22: “Él, en efecto, es nuestra paz; el que de ambos pueblos, hizo uno, derribando el muro medianero de separación, la enemistad; 'Sanulando en su carne la Ley de los mandamientos formulados en decretos, para crear de los dos en si mismo un solo hombre nuevo, haciendo la paz, y reconciliar a ambos en un solo cuerpo con Dios por medio de la cruz, destruyendo en si mismo la enemistad, y con su venida anunció la paz a vosotros los que estabais lejos y paz a los que estaban cerca, porque por El los unos y los otros tenemos acceso al Padre en un mismo Espíritu; de tal suerte que ya no sois extranjeros y huéspedes, sino que sois ciudadanos de los santos y familiares de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y de los profetas, siendo piedra angular el mismo Cristo Jesús, en el cual el edificio entero, bien trabado, se alza para formar un templo santo en el Señor, en el cual también vosotros sois coedificados mediante el Espíritu Santo para ser la habitación de Dios.



5.-El Dios salvador


Rom 10,9-13: “Porque si confesares con tu boca que Jesús es el Señor y creyeres en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvo. Con el corazón en efecto, se cree para la justicia, y con la boca se confiesa la fe para la salvación, pues dice la Escritura: "Todo el que cree en El no será confundido" puesto que no hay distinción entre el judío y el griego, porque Jesús es el mismo Señor de todos, rico para todos los que lo invocan. Por tanto, "todo el que invocare el nombre del Señor, será salvo"”.

1 Cor 1,18: ”Porque el lenguaje de la cruz es locura para los que perecen; mas para nosotros, que nos salvamos, es poder de Dios”.

1 Tes 5,9-11: “Dios, Do nos destinó a la ira, sino a la adquisición de la salvación por Nuestro Señor Jesucristo, que murió por nosotros, para que, vivos o muertos, vivamos siempre con El. Por eso, animaos mutuamente y edificaos los unos a los otros, corno ya lo venís haciendo”.

1 Tim 1,15-16: “Digna de fe es esta palabra y de toda aceptación: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, el primero de los cuales soy yo. Mas, por esto, he obtenido yo misericordia, para que mostrase Jesucristo primero en mí toda su longanimidad, para ejemplo de cuantos habían de creer en Él para la vida eterna”.

1 Tim 2,3-6: “Es esto bueno y agradable a Dios, Nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres se salven y vengan al conocimiento de la verdad. Porque uno es Dios, único también el mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, también el Hombre que se entregó a sí mismo para redención de todos; testimonio dado a su debido tiempo”.

Tit 3,4-7: “Pero cuando, se manifestó la benignidad y el amor para con los hombres de Dios, Nuestro Salvador, nos salvó, no por las obras justas que nosotros hubiéremos practicado, sino por su misericordia, mediante el lavatorio de regeneración y renovación del Espíritu Santo, 'que derramó abundantemente sobre nosotros por Jesucristo Nuestro Salvador, a fin de que justificados por la gracia, vengamos a ser partícipes, conforme a la esperanza, de la vida eterna”.



6.-El Dios, Padre y Señor


Rom 8,14-17: “En efecto, cuantos son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios, porque no recibisteis el espíritu de esclavitud para recaer de nuevo en el temor, sino que recibisteis el espíritu de hijos adoptivos que nos hace exclamar: ¡Abba! ¡Padre! El mismo Espíritu da testimonio juntamente con nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Y, si hijos, también herederos: herederos de Dios, coherederos de Cristo, si es que padecemos juntamente con El, para ser también juntamente glorificados”.

Gal 4,4-7: “Mas cuando vino la plenitud del tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la Ley, para que redimiese a los que estaban bajo la Ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos, y porque sois hijos, Dios ha enviado a vuestros corazones al Espíritu de su Hijo, que clama: Abba, Padre, de suerte que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero por Dios.

2 Cor 1,3-4: “Bendito sea el Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo, Padre de las misericordias y de toda consolación, que nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos consolar a cuantos están atribulados, con el consuelo que nosotros mismos recibimos de Dios”. 


7.-El Dios liberador


2 Cor 3,17: “El Señor es Espíritu y, donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad”.


Rom 8,20-21: “La creación fue sometida a la vanidad, no por su voluntad, sino por el que sometió, con la esperanza de que la creación será liberada de la esclavitud de la corrupción para ser admitida a la libertad de la gloria de los hijos de Dios”.



8.-El Dios, Señor


1 Cor 12,3: “Por esto, os manifiesto, que nadie, hablando en el Espíritu de Dios, dice: ‘Maldiro es Jesús’, ni nadie puede decir: ‘Jesús es el Señor’, sino en el Espíritu”. 

Gal 1,16: “Me llamó por su gracia, para revelar en mí a su Hijo, a fin de que yo lo anunciase entre los gentiles, al momento, sin pedir consejo a la carne ni a la sangre”. 

Flp 2,5-11: “Procurad tener los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús, el cual teniendo la naturaleza gloriosa de Dios no consideró como codiciable tesoro el mantenerse igual a Dios, sino que se anonadó a si mismo tomando la naturaleza de siervo, haciéndose semejante a los hombres; y en su condición de hombre se humilló a si mismo haciéndose obediente hasta la muerte y muerte de cruz. Por ello Dios le exaltó sobre manera y le otorgó un nombre que está sobre cualquier otro nombre, para que al nombre de Jesús doblen su rodilla los seres celestiales, los de la tierra y los infernales, y toda lengua confiese que Jesucristo es Señor para gloria de Dios Padre”.

Ef 4,4-6: “Pues no hay más que un solo cuerpo y un solo espíritu, como igualmente una esperanza a la que habéis sido llamados por vuestra vocación, un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo y un solo Dios, Padre de todos, que está sobre todos, por todos y en todos”.



9.- El Dios del Espíritu


1 Tes 4,7-8: “Y es que Dios no nos ha llamado a la impureza, sino a vivir en la santidad. Por tanto, quien todo esto desprecia, no rechaza a un hombre, sino a Dios, el cual os da su Espíritu Santo”.

2 Tim 1,13-14: “Conserva como modelo de sana doctrina lo que oíste de mí, con la fe y la caridad de Cristo Jesús. Guarda el preciado depósito por la virtud del Espíritu Santo, que habita en nosotros”.

Ef 1,13-14: “En Cristo, en el que también vosotros, habiendo oído la palabra de la verdad, el Evangelio de vuestra salvación, en el que habiendo asimismo creído, habéis sido sellados con el Espíritu Santo de la promesa, el cual es prenda de nuestra herencia, para el rescate de la posesión que Él se adquirió para alabanza de su gloria”. 

Ef 2,19-22: “Por El, tenemos acceso al Padre en un mismo Espíritu; de tal suerte que ya no sois extranjeros y huéspedes, sino que sois ciudadanos de los santos y familiares de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y de los profetas, siendo piedra angular el mismo Cristo Jesús, en el cual el edificio entero, bien trabado, se alza para formar un templo santo en el Señor, en el cual también vosotros sois coedificados mediante el Espíritu Santo para ser la habitación de Dios.

Rom 8,9-13: “Los que viven, pues, según la carne, no pueden agradar a Dios; pero vosotros no vivís según la carne, sino según el espíritu, si es que el Espíritu de Dios habita en vosotros; pues si alguno no tiene el Espíritu, éste no es de El. Y, si Cristo está en vosotros, el cuerpo ciertamente está muerto por el pecado, mas el espíritu vive por la justicia. Y, si el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el que resucitó a Cristo Jesús de entre los muertos vivificará también vuestros cuerpos mortales por obra de su Espíritu que habita en vosotros.

Así, pues, hermanos, somos deudores no a la carne para vivir según la carne, sino al Espíritu, porque si vivís según la carne, moriréis; mas si conforme al Espíritu, dais muerte a las obras del cuerpo y viviréis”.

Gal 5,5-6: “Nosotros, en efecto, por el Espíritu en virtud de la fe, aguardamos la justicia esperada; porque, en Cristo Jesús, ni la circuncisión vale algo ni la incircuncisión, sino la fe, que obra por medio de la caridad”.

1Cor 12,4.6: “Hay diversidad de dones espirituales, pero el Espíritu es el mismo; diversidad de operaciones, pero el mismo Dios que obra todas las cosas en todos”.