Lírica Sagrada III

Autor: Camilo Valverde Mudarra

 

 

5. Los elementos de los salmos de súplica

 

Los  salmos de suplica o lamentaciones individuales, que constituyen el núcleo principal del Salterio, tienen su marco vital (Sitz im leben) en las distintas tribulaciones de orden corporal, moral o espiritual, que aquejan al hombre. Visitado por la enfermedad, acusado falsamente en juicio, perseguido por los enemigos, preso en la cárcel o aterrorizado por la inminencia de una muerte prematura, el salmista se vuelve hacia Dios con todo el ímpetu de su inspiración y de su fe en busca de auxilio.

En los salmos de súplica individual, suelen estar presentes, como notas características de este género lírico, los siguientes elementos integrantes:

 

a) Invocación del nombre de Yavé.

 

El nombre divino se encuentra entre las primeras palabras del salmo. Mediante esta invocación, el salmista establece contacto directo con Dios, a quien va dirigida la súplica. Esta simple invocación del nombre de Yavé es ya una verdadera oración. La virtud salvífica de Dios empieza a fluir sobre el alma atribulada. Para un semita los nombres no son palabras convencionales y vacías, sino que se confunden con la esencia de la persona. De ahí que el nombre divino se confunde con Dios mismo y está dotado de virtud y fuerza salvífica. En el Salterio se hallan yuxtapuestas frecuentemente estas dos expresiones «fuerza de Dios» y «nombre de Dios» (Sal 54, 3). De ahí también la importancia que se concede en la Biblia al nombre de Dios: «Nuestra fuerza es el nombre de Yavé» (Sal 124, 8); «Torre inexpugnable es el nombre de Yavé; en ella se refugia el justo y está seguro» (Prov 18, l0). Los salmistas contraponen la fuerza del nombre de Yavé con la debilidad de las fuerzas humanas: «Estos en sus carros, aquellos en sus caballos; pero nosotros, en el nombre de Yavé, nuestro Dios, somos fuertes» (Sal 20, 8). David vence a Goliat «en el nombre de Yavé» (1 Sam 17, 45). La fuerza que tenía para el israelita el solo nombre de Yavé se deduce asimismo de la solemnidad con que está rodeada su revelación en el fibra del Exodo (c. 3).

 

b) Situación del salmista.

 

Con distinta extensión y en una forma más o menos explícita, el salmista hace siempre una descripción de la situación en que se encuentra y de la tribulación que le aqueja. Estas tribulaciones pueden ser corporales, morales o espirituales.

Mediante esta descripción en alta voz, el salmista conseguía un doble efecto. En primer lugar, se desahogaba en presencia de Dios y mitigaba su dolor (Job 3, 24; l0, 1). Además, con la exposición de su caso, el salmista intentaba tocar el corazón de Dios y disponerlo en favor suyo.

 

c) Súplica propiamente dicha.

 

La súplica constituye la nota más característica de este género de salmos. Es tal la intensidad y la fuerza con que el salmista se dirige a Dios que su súplica aparece en los salmos como una personificación viviente. Las fórmulas más frecuentes son: Óyeme, escúchame, mira, sálvame, ayúdame. A veces, la súplica del salmista es tan acuciante y tan urgente que se dirige a Dios en términos antropomórficos, como si se tratase de un hombre que está dormido («despiértate», «abre tus oídos», «levántate»), como si Dios estuviese ocupado en otra cosa: Mira, presta oídos a mis palabras, escucha. EI salmista insiste y como que quiere arrancarle a Dios una respuesta favorable: Respóndeme con tu auxilio, haz que yo experimente gozo y alegría. Algunos salmos formulan la súplica en términos de gran fuerza dramática: ¿Hasta cuándo, Señor? ¿Me olvidarás por siempre? ¿Hasta cuándo esconderás de mí tu rostro? (Sal 13, 2).

 

d) Motivos de súplica.

 

Casi siempre la súplica va acompañada de los motivos que el salmista tiene para esperar la ayuda divina. Con esta evocación de los motivos de confianza, el salmista se propone un doble fin: Afianzarse él mismo en la fe y confianza en Dios: b) Urgir y mover la misericordia divina.

Los principales motivos son:

- Los atributos divinos: de misericordia, bondad, fidelidad, santidad, justicia, omnisciencia. Estos atributos suelen estar expresados mediante vocativos: mi socorro, mi roca, mi fortaleza, mi escudo, mi fuerza. Los atributos divinos están formulados, a veces, en términos generales: Escuchas a los que a ti claman; proteges a quienes se refugian en ti; liberas al pobre del prepotente.

- La confianza del salmista en Dios. Esta confianza está expresada de vanas maneras: a ti me acojo, en ti confío, en ti están puestos mis ojos, espero siempre en el Señor, en tus manos encomiendo mi espíritu.

- Otros motivos de confianza. La penitencia, el ayuno, el llanto, el cilicio y la confesión de los pecados. Todos estos motivos son aducidos con frecuencia por quienes se ven aquejados de alguna dolencia, ya que los israelitas consideraban la enfermedad como castigo del pecado. También suelen apoyar sus plegarias en la debilidad y flaqueza anejas a la naturaleza humana, que disminuyen la culpa. La brevedad de la vida, es, a su vez, otro motivo.

 

Los salmos de súplica o lamentación individual forman el núcleo principal del Salterio: 5;   6;   7; 13; 17; 22; 23;   26; 27, 7-14; 28; 31; 35; 38; 39;; 42; 43; 51; 54; 55; 56; 57; 59; 61; 63; 64; 69; 70; 71; 86;  88;  102; 109; 120; 130; 141; 142; 143

 

                En el Salterio, los salmos de súplica colectiva se caracterizan por el marco vital, que está en la implicación de toda la colectividad de Israel. Estos salmos de súplica colectiva parecen haber tenido su origen en las asambleas de oración y penitencia celebradas con motivo de calamidades públicas.

                Según el profeta Joel, estas rogativas nacionales comportaban estos cuatro aspectos principales:

                -Promulgación del ayuno y convocatoria del pueblo al santuario,

                -Vestido de luto y penitencia, en saco y ceniza,

                -Los sacerdotes clamaban y lloraban entre el vestíbulo y el altar,

-Se ofrecían sacrificios.

 

Y estos son los salmos que, según los autores, expresan las súplicas colectivas: 12; 44; 58; 60; 74; 77; 79; 80; 82; 83; 85; 90; 94; 106; 108; 123; 126; 127.

 

7. Salmos de confianza

 

Un salmo de confianza es una subclase de los salmos de súplica o lamentación individual. Los motivos de confianza en Dios que, aquellos incluyen como uno de los elementos psicológicos del salmista, ahora, en estos, forman parte del desarrollo total y le dan un carácter general al salmo.

En el salmo de confianza se encuentran las tribulaciones y los enemigos del salmista, pero, aquí, gracias a su fe y confianza en Yavé, se presenta en un ambiente de seguridad, paz y alegría, que no se hallan en los salmos de súplica. Y así, en los salmos de confianza, la inspiración y la espiritualidad del Salterio alcanza una de sus metas más altas.

 

SALMOS DE CONFIANZA INDIVIDUAL

SALMOS DE CONFIANZA COLECTIVA

3; 4; 11; 16; 23; 27; 62; 121; 131.

115; 125; 129.

 

            ANÁLISIS DE LOS SALMOS DE CONFIANZA

SALMO

EXÉGESIS TRADICIONAL

(Los asocia con la vida de David o la historia de Israel)

EXÉGESIS ACTUAL

(Los asocia con el servicio cultual del santuario)

3

.Momento en que David se vio obligado a abandonar el palacio y huir de Jerusalén por causa del pronunciamiento de su hijo Absalón.

.Sería la expresión de la fe y sentimientos del rey en medio de la tribulación y adversidad.

.Muy unido al salmo 4. El 3  es un himno matinal, el 4  es vespertino.

.Texto litúrgico anónimo que servía de formulario a los israelitas atribulados para expresar su confianza en Dios en medio de la tribulación.

.Momentos:

=>Invocación inicial y exposición de la situación

=>Expresión de confianza en Dios

=>Súplica

=>Profesión de fe y bendición final

4

etc. (Seguiría el análisis de los otros)

 

 

 

8. Salmos de acción de gracias

 

Los salmos de acción de gracias constituyen la fase final o desenlace de los salmos de súplica y de los salmos de confianza y, por otra parte guardan gran afinidad con los himnos o salmos de alabanza.

 

 Estructura literaria (No se sujetan a un formulario constante y uniforme.):

 

INTRODUCCIÓN

CUERPO DEL SALMO

CONCLUSIÓN

El salmista expresa su voluntad de dar gracias a Dios.

Suele usar el futuro verbal:  a  través de una auto-exhortación, simple enunciación o sentencias sapienciales.

Es la parte más específica del salmo.

Se describe el peligro, la invocación al Señor, la promesa hecha y la ayuda recibida.

La forma verbal es el pretérito indefinido.

No siempre existe.

Es una invitación a la alabanza, una promesa o una alabanza.

 

Marco vital:

 

La liturgia de acción de gracias tenía tres momentos principales:

1º. El israelita se dirige al templo, se postra y luego, puesto en pie, manifiesta en voz alta su voluntad de alabar a Dios por el beneficio recibido.

2º. La acción de gracias propiamente tal, es una descripción del peligro que tuvo, su oración al Señor y la ayuda de Dios.

3º. El sacrificio y la ofrenda de las víctimas con el banquete sagrado consumiendo parte de la víctima.

 

La descripción:

 

El cuerpo del salmo, que forma la sección central, es lo más específico de los salmos de acción de gracias. Consiste en una descripción, en la que el salmista narra la tribulación particular o la circunstancia por la que ha recibido el socorro y ayuda divinos: el peligro que padeció; cómo invocó al Señor, a quien hizo votos y promesas; y cómo el Señor en su ayuda (Sal 66, 13ss.). A veces, es brevísima, pero la descripción no puede faltar nunca.

La descripción de los beneficios recibidos de Dios hecha en público es considerada por los salmistas como una obligación sagrada («mira, no he contenido mis labios, tú lo sabes, Señor. He publicado la salvación en medio de la asamblea. No he escondido tu salvación en el fondo de mi corazón, sino que he proclamado tu lealtad y tu fidelidad; no he ocultado tu amor y tu verdad a la gran asamblea»: 40, l0-11).

Esta descripción era el reconocimiento de la bondad divina, verificada en un caso concreto. Mediante la descripción del beneficio recibido hecha en público, el salmista se reafirma personalmente en su fe y se confirma, a su vez, la fe de los circunstantes, para los cuales la descripción del beneficio constituye un ejemplo y un argumento vivo: Las palabras mueven, pero los ejemplos arrastran («lo han visto los humildes y se alegran... Porque Yavé escucha a los pobres, no desprecia a los cautivos»: 69, 33.34).

La importancia y estima en que se tenía la descripción en los salmos de acción de gracias, se demuestra por el hecho de que era preferida a los mismos sacrificios («alabaré tu nombre con cantares, te ensalzaré en acción de gracias. Será acepto al Señor, más que los toros o el becerro de cuernos y pezuñas»: 69, 31~32); «Sacrificios y oblaciones no deseas, holocaustos y víctimas no pides.Entonces dije: Voy a ir y voy a anunciar tu salvación a la gran asamblea»: 40, 7-10).

 

Objeto de la descripción:

 

La descripción consta ordinariamente de tres elementos:

- Descripción de la tribulación, que puede ser: peligro de muerte, enfermedad, falsas acusaciones en un tribunal, persecución, etc.

- Recurso a Dios: invoqué tu nombre; confesé mis pecados, etc.

- Descripción de la intervención divina: Dios me salvó, vino en mi ayuda, me liberó.

 

Los salmistas suelen acentuar en la descripción el cambio profundo que se ha operado en su alma atribulada; acentúan el paso del peligro a la salvación, de la angustia a la alegría, del llanto al gozo («has trocado mi lamento en una danza; me has quitado el saco y me has ceñido de alegría»: 30, 12; «Me sacó de la fosa fatal, del fango cenagoso, y asentó mis pies sobre la roca, consolidó mis pasos»: 40, 3-4).

 

Estructura literaria de la descripción:

 

De ordinario, la descripción es introducida mediante la fórmula: «Yo dije», después de la cual repite parte de la súplica dirigida a Dios por el salmista en el momento de la tribulación.

A veces se citan solamente breves palabras («yo dije en medio de mi angustia: Estoy dejado de tu mano»: 31, 23; «Yo dije en medio de mi seguridad: 'Jamás vacilaré'»; 30, 7; «Dije: 'Confesaré mis yerros al Señor'»: 32, 5; «En mi turbación l1egué a decir: Todo hombre es mentiroso»: ll6, 10).

Alguna vez, después del «Dije» se repite una gran parte de la súplica pronunciada por el salmista en el momento del peligro y de la tribulación. En este caso, la descripción viene a convertirse casi en una súplica o lamentación («yo dije: "Tenme piedad, Yavé, sana mi alma, pues contra ti he pecado...»: 41, 5-11; y luego en el v. 12 continúa la acción de gracias. Otro ejemplo claro en este sentido puede verse en el canto de acción de gracias de Ezequías: Is 38, 10.22). En ocasiones, se omite la fórmula «Yo dije», por ejemplo, en el Sal 30, 9.ll, donde sin fórmula introductoria alguna se repiten las palabras pronunciadas por el salmista en el momento de la tribulación.

Debe tenerse en cuenta esta posible omisión de la fórmula introductoria, pues puede ser la clave de solución para interpretar algunos salmos dudosos. Existen, en efecto, algunos salmos, cuya primera parte es una súplica o lamentación, a la que sigue luego una breve acción de gracias. Algunos autores creen que se trata de salmos de súplica e interpretan la breve acción de gracias como un anticipo de la futura liturgia de acción de gracias que tendrá lugar en el santuario. En realidad, sin embargo,

parece tratarse de auténticos salmos de acción de gracias, en los que se halla repetida gran parte de la súplica pronunciada en medio del peligro, sin la habitual fórmula introductoria «Yo dije».