Lírica Sagrada

Autor: Camilo Valverde Mudarra

 

 

1. El Salterio de la Biblia.


El Salterio puede incluirse con toda justicia en el género literario que se denomina lírica. Esta categoría literaria se define como expresión de los sentimientos y afectos del hombre ante las distintas realidades de la vida. 

El Salterio es la respuesta del pueblo elegido frente a las iniciativas e intervenciones de Dios. En su esencia más íntima la Biblia es un diálogo, en el que Dios toma la iniciativa y el hombre responde. En los libros históricos, en los códigos legales y en los profetas, predomina la parte de Dios, que viene hacia el hombre a través de sus intervenciones salvíficas, su palabra y sus exigencias. En el Salterio, el relieve lo tiene la respuesta del hombre. Ante la presencia y la acción de Dios, los salmistas entonan himnos de alabanza, recitan salmos de acción de gracias, se quejan y lamentan, rezan plegarias y súplicas, celebran la realeza divina, componen poemas en honor del rey, el ungido de Yavé, y cantan a Sión, la morada de Dios.

San Agustín en el siglo IV y Santo Tomás de Aquino en el siglo XIII enseñaban que los salmos son como resumen de toda la Biblia. Los salmos se visten de la historia del pueblo. Por eso es posible descubrir en ellos la marca de una época, la reflexión ante un acontecimiento, la propia historia recogida en oración. Son el resumen de la Biblia por el hecho de ser la Palabra de Dios en la Palabra del Pueblo de Dios. 

Los judíos dividen la Biblia en tres partes: la Ley, los Profetas y los escritos acerca de la Sabiduría. Hay salmos unidos a la Ley-Culto-Palabra de Dios, de tipo “Oráculo del Señor” (proféticos) y los sapienciales.

El libro de los salmos es el lugar de la Biblia donde más claramente aparece el hecho profundo de lo que es de Dios y lo que es del hombre. Los salmos son una muestra eficiente de oración en el Espíritu (cf. Rm 8,26-27), Son, como decía Lutero, la Biblia concentrada en la oración.

El Salterio es un libro de oraciones; aquí radica su originalidad. Las oraciones que encontramos en otros lugares de la Biblia se presentan como un elemento más del relato. No fueron compuestas con la intención de rezar con ellas. En cambio, los salmos sí que están destinados directamente a la oración de la comunidad. Al ser plegaria comunitaria, toman a los fieles tal como son, con su vida de cada día, con sus esperanzas y sus pecados, con sus dificultades y su amor; con su mentalidad y su expresión propia: imágenes concretas, representaciones mitológicas o mágicas. No pretenden, como la ley o los profetas, dar una enseñanza nueva y así, aparecen con toda claridad las lagunas doctrinales de los creyentes de aquella época, concretamente sobre la vida eterna. Su originalidad y su aportación consisten en algo distinto: no son doctrina, sino plegaria; y hacen entrar profundamente en la relación entre Dios y el hombre.

La oración es posiblemente la expresión más privilegiada del encuentro y diálogo entre el hombre y Dios. A través de ella el hombre logra encauzar experiencias y sentimientos espontáneos de lamento, súplica, confianza, arrepentimiento, gratitud, alabanza, admiración, profesión de fe... Al convertirse en lenguaje llegan a hacerse poesía. Y acompañados de música, se convierten en canción. Por tanto, el libro de los salmos es oración, poesía y canción, verdadero culmen de la experiencia religiosa de Israel y una de las joyas poéticas de la literatura universal. 

El Salterio actual se ha ido formando gradualmente partiendo de colecciones menores, que se han ido agrupando en otras mayores hasta fundirse en nuestra colección actual de 150 salmos. Algunos indicios de este proceso pueden encontrarse en los títulos mismos de los salmos y, sobre todo, en los nombres de sus autores.

Colección davídica mayor. Comprende los salmos 3-41. Según las inscripciones y títulos que llevan actualmente, la mayoría de estos treinta y nueve salmos serían de David. Sabemos, sin embargo, que los títulos de los salmos no son originarios, si bien es verdad que gozan de una venerada antigüedad.

Colección de los hijos de Coré. Comprende los salmos 42 a 49. Su temática: el Templo, la ciudad santa, las instituciones y las ceremonias sagradas.

Colección de Asaf. Está integrada por los salmos 50 y 73 a 83. Temática: Carácter mortal y tono didáctico.

Colección davídica menor. Integrada por los salmos 51 a 72. la mayoría atribuidos a David.

Colección elohista, la mixta: salmos 84 a 89; y la yavista anónima: salmos 90 a 150.



2. Fecha de composición del Salterio.



El Salterio actual se ha formado de modo gradual hasta componer una colección de 150 salmos. Se sabe que tienen una venerable antigüedad, pero no se dispone de datos positivos sobre el proceso de formación. Algunos de los salmos son tan antiguos que se creen anteriores incluso al mismo Israel, que los supo recoger, adaptándolos a su fe y a sus necesidades religiosas. La presencia de colecciones menores dentro del conjunto sugieren la posibilidad de que el libro haya conocido distintas ediciones y agrupe colecciones particulares.

Al hablar de la fecha de la composición, hay que distinguir entre la composición del libro en su conjunto y la composición de los distintos salmos. Los salmos no nacen en un espléndido aislamiento; suponen conexión con un amplio contexto histórico cultural, literario y religioso de todo el Medio Oriente y, por tanto, una cierta relación familiar entre los poemas bíblicos y algunas composiciones de las literaturas vecinas. 

Las noticias son indirectas. El libro de los Proverbios, 25,1, induce a pensar en una intensa actividad literaria en los días del rey Ezequías, que seguro debe referirse también a los salmos (2Cro 29,30). En 2 Mac 2,13, se cita una biblioteca de libros sagrados que reunió Nehemías, entre los que figuraban los “libros de David”. Se tiene la certeza de que cuando el nieto de Ben Sirá traduce el Eclesiástico, hacia el año 117 a. C, ya existía la colección de salmos. Los autores se inclinan por establecer como definitivo el conjunto del Salterio a lo largo del s. III a. J. C., aunque afirman que gran parte de los salmos son anteriores al destierro.

Podemos decir que la historia de la formación del salterio es la historia del pueblo de Israel, cuyos sucesivos momentos quedan aludidos o reflejados en los distintos salmos. No cabe duda de que los salmos recogidos en el salterio se van escalonando entre los siglos VIII y II a.C., cuando se institucionalizó la vida cultural y los cantores sucedieron a los profetas. Incluso es posible que todos los salmos actuales hayan sido escritos después del destierro y que los salmos de apariencia arcaica no sean quizás más que arcaizantes.