Los desechados

I. Los pobres

Autor: Camilo Valverde Mudarra

 

 

Este capítulo se estructura en tres partes:

1. Concepto y contenido sobre el pobre, en la Biblia.

2. Idea y expresión de Jesucristo con los pobres.

3. La postura de la Iglesia. 

I. LOS POBRES EN LA BIBLIA 

         La Biblia usa diversos vocablos para designar al pobre, cada uno de los cuales ofrece un colorido especial; entre ellos se aprecia el retrato exacto del pobre bíblico. Encontramos  cinco vocablos del A.T. y cinco del N.T. que hacen referencia al pobre. 

A .-  ANTIGUO TESTAMENTO 

RASH: El pobre, el necesitado. 

         Esta palabra tiene una significación puramente social. Se aplica siempre al necesitado, al indigente, en oposición al afortunado en bienes de la tierra. El Rash, con frecuencia víctima de los ricos (2 Sam 12,1-4), dominado por ellos (Prov 22,7), perversos y opresores suyos (Prov 28,3; Qo 5,7), es odiado y despreciado hasta por los más cercanos (Prov 14, 20), pero Dios lo bendice (Prov 13,23), hasta el punto de identificarse con él: el que se ríe del pobre se ríe de su Creador (Prov 17, 5) y el que lo socorre, ayuda al mismo Dios (Prov 19,17)

         Hay obligación de defenderlo y de hacerle justicia (Sal 82,3), de ejercer con él la acción caritativa, cosa que Dios agradece y paga al contado (Prov 28,27).

         Las virtudes del rash son patentes, frente a los vicios y a la insolencia de los ricos: "El pobre -rash- habla suplicando humilde, como pidiendo permiso para hablar, y el rico responde con dureza" (Prov 18,23; 19,1; 19,22). Se le valora tanto, que hasta se le pone por encima del rey: "Más vale un muchacho pobre que un rey viejo y necio" (Ecle 4,14), con lo que se proclama implícitamente la bondad y la sabiduría del pobre y la estulticia del rey.

         Pero no todo es siempre virtud en el pobre, pues su pobreza ha sido, a veces, consecuencia de la vagancia (1 Prov 10,4), en cuyo caso su pobreza es su ruina (Prov 10, 15); se ve así por no quererse someter a la disciplina y al esfuerzo (Prov 13,18); como vagabundo le viene la miseria, y la indigencia como ladrón (Prov 24.34); va detrás de las quimeras y se harta de miseria (Prov 28,19) y termina por refugiarse en la bebida (Prov 31,7), cae en un estado lamentable por su indolente proceder. A este pobre habría, tal vez, que aplicar aquella sentencia lapidaria de San Pablo: "El que no trabaje, el que no quiera trabajar, que no coma" (2 Tes 3,10) A pesar de todo, ante un hombre así hay que compadecerse, pero, ¿con qué clase de compasión y de acción caritativa? 

DAL: pobre, débil, indigente, menesteroso 

         El vocablo Dal habla de la situación humana, fisiológica, del hombre; del hombre enfermo, débil, flaco, desnutrido, en oposición al sano, fuerte, gordo, bien alimentado. El término se usa en el sueño del Faraón, para designar las siete vacas flacas que siguen  a las gordas. Toma también un acento de índole moral cuando se refiere a la injusticia social que oprime al desvalido, con una tremenda repercusión en el cuerpo enflaquecido del pobre.

         El Dal, desgraciado y mísero, torturado por los violentos, está protegido por Dios (Job 5,16) que acude ante sus lamentaciones (Job 34,28), para salvarlo (Is 11,4), para ser su refugio en su angustia (Is 25,4) y ponerlo por encima de los que lo tienen humillado (Is 26,6), para hartarlo de comer (Is 14,30) y no dejarlo morir de hambre (Sal 72,3); para sacarlo del basurero en que se encuentra (Sal 113,7); para hacerle justicia y librarlo de los opresores y los criminales (Sal 82,3-4; Job 4,1). Dios castiga a los que lo estrujan y desamparan (Job 20,19), a los que lo aplastan contra el polvo (Am 2,7) y lo compran por un par de sandalias (Am 8,6), los que son capaces de robarle lo poco que tiene (1Pov 22,22); no oye los lamentos de los que no quisieron oír los lamentos en que se deshacía el pobre (Prov 21,13); y, por el contrario, bendice al que lo cubre al verlo sin vestido (Job 31,19), recompensa al que ejerce con él la acción caritativa (Prov 19,17; 28,8) y le da un pedazo de pan para aliviar su hambre (Prov 22,9). El Soberano, que lo juzga con justicia, consolida su reinado para siempre (Prov 22,14).

         El Dal es tan grande ante Dios, que el que lo oprime, lo engrandece (Prov 22,16). Abandonado incluso por los suyos (Prov 19,4) está lleno de inteligencia y anda por el camino recto (Prov 28,11). 

EBION: Pobre, necesitado, miserable, desventurado 

         Este vocablo nos sitúa también en un contexto social. Se trata del pobre bajo el aspecto de miserable que implora y espera la caridad del prójimo. Presenta una situación social de mendicidad y pauperismo. Expone la debilidad del oprimido que se deshace en la penosidad de su indigencia, frente a la opulencia de los opresores. Por eso, a veces, se trata del "oprimido" en sentido moral.

         El  Ebion no tiene razón de ser en una comunidad de hermanos (Dt 15,4); es un necesitado, al que hay que abrir el corazón y las manos para darle todo lo que necesita (Dt 15,7); un mendigo, por el que hay que sentir piedad (Job 30,25; 31,19; Prov 31,20) un oprimido, al que hay que liberar (Sal 82, 4); un hambriento, al que hay que hartar de pan (Sal 132,15). El Ebion es un miserable que no tiene apoyo alguno (Sal 72,12), pobre y desdichado (Sal 86,1), para el que Dios es refugio en su angustia, abrigo contra el aguacero y sombra contra el calor (Is 25,4), su protector contra los malvados (Jer 20,13), su esperanza en el desvalimiento y el olvido (Sal 9,19), su auxilio en el gemido lastimero (Sal 12,6), su libertador ante los explotadores (Sal 35,10; 40,18), el único que le puede sacar de su miseria (Sal 107, 41), el abogado que defiende su causa ante los jueces (Sal 109,13), para que se le haga justicia y sea salvado (Sal 140,13). Este es el fin primordial de la Administración de la justicia, salvar al pobre de sus opresores (Ex 23,6) y esa la misión del dirigente: "Haz justicia al desventurado y al pobre" (Prov 31,9), cosa que no tenían en cuenta los dirigentes y los jueces, que se dejaban sobornar: "No hacen justicia, no respetan el derecho de los huérfanos, ni dictan sentencias en favor de los pobres" (Jer 5,28), aunque hubo honrosas excepciones, como el rey Joaquín que "hacía justicia al débil y al pobre y todo le iba bien" (Jer 22,16).

         El Ebion es una víctima de los criminales (Sal 37,14). Frente a ellos está Dios que le escucha siempre y jamás lo rechaza (Sal 69,34; 70,6; 72,4). Levanta sus ánimos y alimenta su esperanza de tal modo, que hasta le promete un estado feliz en un mundo utópico: "Los pobres comerán en mis pastos y los indigentes comerán en calma" (Is 14,30), sin que nada ni nadie los perturbe; "se alegrarán en el Señor y se gozarán en el Santo de Israel" (Is 29,19). Frente a este futuro lleno de felicidad para los pobres, se cierne el castigo para sus opresores (Am 4,1), contra los que se dejan sobornar con dádivas y atropellan los derechos de los pobres en los tribunales (Am 5,12), los que incluso intentan exterminarlos (Am 8,4), "gentuza cuyos dientes son espadas, y cuchillos sus molares para devorar a los humildes y acabar con los pobres de la tierra" (Prov 30,14), pues el miserable molesta siempre; contra los que urden mentiras y tramas inicuas contra ellos con tal de perderlos y aplastarlos (Is 32,7); contra los asesinos que, sin el menor escrúpulo, matan al mísero y al pobre (Job 24,14). Ese fue también el crimen de Sodoma, no socorrer al pobre y al indigente (Ez 16,49), el pecado del pueblo que Ezequiel denuncia con todo vigor: "Pisotean al pobre, maltratan al menesteroso, oprimen al extranjero contra todo derecho" (Ez 22,29).  

ANI: Pobre, afligido, miserable, humillado  

         La significación original se refiere al hombre curvado, jorobado, en sentido físico: el hombre que dobla su cabeza bajo el peso de la miseria, de la amargura y de la humillación. Más tarde designa también al que es fiel a la Alianza.

         La solidaridad con el Ani la expresa así Isaías: "Repartir el pan con el hambriento, hospedar a los "pobres" (aniyim) sin techo, vestir al que veas desnudo y no eludir al que es tu propia carne" (Is 58,7) "Dichoso el que tiene piedad de los pobres" (Prov 14,21) y "ay de aquel que aplasta su rostro" (Is 3,15), ay de los que le quitan su derecho (Is 10,2; 32,17).

         Dios siente por estos pobres, que son también humildes, una infinita compasión (2 Sam 22,28; Job 36,6-15; Is 41,17). Porque ellos, el pueblo "humilde y pobre" esperan en el nombre del Señor (Sof 3,12) y su esperanza no puede quedar defraudada. Dios es su Goel, su redentor (Sal 9,13), que alza su mano en su favor (Sal 10, 12; 12,16; 18,28; 22,25; 34, 7), pues "no hay nadie como él que libra al pobre de sus explotadores (Sal 35,10; 40,18; 68,11; 69,30; 70,6;74,21; 140,13). Eso es también lo que debe hacer el hombre, defender al pobre, hacer justicia al desvalido y al humilde (Sal 82,3), pobre de solemnidad desde su nacimiento (Sal 88,16), en lugar de explotarlo (Dt 28,14). Es lo que debe hacer, sobre todo, el Soberano (Prov 31,9), hacer justicia a los desventurados y salvar a los pobres (Sal 72, 2-4), en lugar de robar al pobre, porque es pobre y oprimir al débil en su tribunal (Prov 22, 22).

         El Ani es también un afligido, un humillado, hundido en la ruina y la desgracia, un necesitado de consuelo y de ánimo que acude a Dios, en quien vierte de manera absoluta su vida desgraciada y del que espera confiado la ayuda apremiante que con urgencia necesita. Dios escucha su grito de socorro y con infinita generosidad le prodiga su auxilio (Gn 16,11; 29,32; 31,42; Ex 3,7.17; 4,31; Dt 26,7; 1 Sam 1,11; 2 Sam 16,12; Job 10,15; 30,16.27; 36,8.15; Sal 25,18; 31,8; 44,25). ¿Cómo no se iba a conmover Dios ante un hombre que tiene los ojos consumidos de aflicción y que está constantemente con las manos alzadas hacia él (Sal 88,10)? ¿Cómo no se va a conmover ante los que habitan en tinieblas y en la sombra mortal, cargados de miseria, de aflicción y de cadenas (Sal 107, 10)? ¿Cómo no se va a compadecer, puesto que si no se apiada, morirán sin remedio en la miseria (Sal 119,92)?

         La aflicción del Ani es, con frecuencia, una prueba de Dios para purificarlo, para comprobar su fidelidad y para ver si da la talla (Gn 41,52; Is 48,10; Lam 1,9;3,1.19); para manifestar que, a pesar de la humillación y la desgracia, no cae nunca en la iniquidad (Job 36,21).

ANAW: Pobre, pobre de espíritu, humilde, dulce  

         Tiene substancialmente el mismo significado de Ani y acentúa el matiz espiritual. Casi siempre lo encontramos en plural. Los Anawim se identifica con los "Pobres de Yahvé", en los que se descubre una especial dulzura, una profunda religiosidad y una piedad confiada. Ellos constituyen, en cierto modo, el verdadero pueblo de Yahvé. Son los pobres oprimidos que guardan fielmente la Alianza y el sentido de la confraternidad.

         A los Anawim, Dios los protege de manera especial, son como la niña de sus ojos, por su doble condición de pobres y de humildes. Misión del Mesías será salir en su defensa y hacerles justicia (Is 11,4), devolverles la alegría de sentirse protegidos por el santo de Israel (Is 29,19), anunciarles la buena noticia (Is 61,1), atender sus deseos, confortar su dolorido corazón (Sal 10,17) y saciar sus hambres (Sal 22, 27).

         Los Anawim representan a "todos los oprimidos de la tierra" (Sal 76,10), "humildes y humillados" (Sal 147,6). Son los bienaventurados de Jesús, que heredarán la tierra (Gal 37,11) y que "serán coronados de victoria" (Sal 149,4). Los que tengan piedad de ellos serán, como ellos, "bienaventurados" (Prov 14,21), mientras que los que los persiguen y los aplastan serán maldecidos (Am 8,4; Job 24,4)  

B.- NUEVO TESTAMENTO 

PTOCHOS: Pobre, indigente, necesitado, mendigo. 

         Este término, en los LXX es generalmente la traducción de Ani y de Anaw. Con alguna frecuencia aparece también Dal y raramente Ebion y Rash. En el N.T. tiene siempre el sentido de pobre social, pero, al mismo tiempo, tiene además el de pobre moral, es decir, humilde.

         El Ptochos es el que no tiene nada, el que no encuentra trabajo, el que incluso no tiene capacidad para trabajar. Como vive de la mendicidad y está todo el día cruzado de brazos o con el brazo extendido pidiendo limosna, era tenido por vago o por ladrón, despreciado como un parásito; era un ignorante, no sabía discernir y, por tanto, no servía para testigo. Los Anawim son "los nadie, los hijos de nadie, los dueños de nada, los ningunos, los que, aunque sean, no son". En tiempos de Jesucristo, "Jerusalén era un centro de mendicidad" (J. Jeremías), una multitud de mendigos en torno al templo.

         Los Ptochoi son los "bienaventurados" (Mt 5,3; Lc 6,2), los preferidos de Jesús, los primeros llamados a entrar en el reino (Lc 4,18;7,22). Cuantos quieran alcanzar la perfección deben hacerles partícipes de sus bienes, cosa que no se decidió a hacer un distinguido personaje que quería heredar la vida eterna (Mt 19,21; Mc 10,21; Lc 18, 22), pero que sí hizo otro hombre también distinguido, Zaqueo (Lc 19,8)

         Pobres habrá siempre (Mt 26,11;Mc 14,5), a los que en todo momento debemos tener con nosotros, para así estar con Cristo (Jn 12,8). De ellos no podemos olvidarnos nunca, ni siquiera cuando celebremos una comida o demos un banquete (Lc 14,3.21), en el que ellos deben ocupar los puestos de honor. Hay que hacer colectas para ellos, como hacía San Pablo (Rom 15,26) que los recordaba siempre "con el máximo interés" (Gal 2,10), tal y como le habían encargado Santiago, Pedro y Juan.

         Los Ptochoi son los más pobres y los más generosos y desprendidos, como aquella viuda pobre que echó en el tesoro del templo las cuatro perras que tenía (Mc 12,42-43; Lc 21,3); ellos son los que, por no tener nada, lo tienen todo (2 Cor 6,10), los despreciados de los hombres pero los elegidos de Dios (Sant 2,2-6)

         Ptochos es el que tiene hambre física y hambre de que triunfe la justicia en el mundo (Mt 5,6), la única manera de que deje de tener hambre. Pero, si donde el N.T. pone "justicia", nosotros ponemos "salvación" o "voluntad de Dios", lo estamos dulcificando de tal manera que le quitamos la fuerza que tiene para chocar contra un mundo lleno de pobreza y de injusticias. La"justicia" aquí es la misma justicia de los profetas, y de los salmistas y de los sabios, la justicia social y no una meliflua justicia espiritual que se pierde en las nubes en un vago e inútil sentimentalismo religioso. Por pobre y por justicia, hay que entender lo que todo el mundo entiende, la pobreza económica y la justicia social. Esta pobreza no la quiere Dios, porque es radicalmente opuesta al Evangelio, porque ha sido creada por el hombre, como fruto de la injusticia social. 

TAPEINOS: humilde, de baja condición social. 

         El vocablo se emplea indistintamente en sentido social y en sentido moral. Dios ensalza a los humildes y humilla a los soberbios (Lc 1,52); conviene que "los valles se eleven y las colinas se bajen" (Lc 3,5). "El que se humilla será ensalzado y el que se ensalza será humillado" (Mt 23,12; Lc 14,11; 18,14). "El que se hace pequeño, ese es el más grande" (Mt 18,4)."Humillaos ante el Señor. El os ensalzará (Sant 4,1) a su debido tiempo" (l Pe 5,6). La grandeza del cristiano está en humillarse, para servir de peana a los demás, para que los otros sean ensalzados (2 Cor 11,7).

         Cristo fue humilde de corazón (Mt 11,29) y, a imitación suya, lo fue también San Pablo (2 Cor 10,1), que aconsejaba ponerse siempre a nivel de los humildes (Rom 12,16). Santiago dice que hay que sentirse orgullosos de ser de condición humilde (Sant 1,9), como hacía la Santísima Virgen que se consideraba bienaventurada, porque Dios se había fijado en su pequeñez, en su baja condición social (Lc 1,48) 

ASTHENES: Necesitado, impotente, enfermo 

         Se refiere al enfermo físico, con el que el mismo Jesucristo quiso identificarse (Mt 25,43-44). Jesucristo, los curaba de sus enfermedades físicas y psíquicas (Mc 6,56; Lc 5,15; 8,2; 13,11; Jn 4,46; 5,3-7; 6,12; 11,1-3.6), igual que lo hicieron los Apóstoles (Mt 10,8; He 9,37; 19,12; 28,9).

         A veces, se refiere al necesitado, al pobre, al que se debe socorrer (He 20,35). Designa también la fragilidad del cuerpo humano (Mt 26,41; Mc 15,38; 1 Cor 2,3; 11,30; 15,43), la debilidad del espíritu (Rom 5,6), la irrelevancia, la insignificancia social (1 Cor 1,27; 4,10), la debilidad en la fe (1 Cor 8,9; Rom 14,1-2.21; 2 Cor 11,29; 1 Tés 5,14), la insuficiencia de carácter (2 Cor 11,21), la imperfección, la flaqueza espiritual (2 Cor 12,l0; l3,9;Rom 8,26; 2Cor 11,30; 12,5.9.10; Heb 4,15;5,2; 7,28), la impotencia y la inutilidad (Heb 7,l8), el sexo débil (1 Pe 3,7).

PEINON: El hambriento, el que pasa hambre 

         Bienaventurados los que pasan hambre, hambre física (Lc 6,21; Mt 5,6), no hambre de hacer la voluntad de Dios, aunque esos también lo sean, porque serán hartos, porque Dios los colmará de bienes (Lc 1,53).

         Jesucristo pasó personalmente hambre (Mt 4,24; 21,18; Mc 11,12), sigue pasando hambre en todos los famélicos que llenan la tierra (Mt 25,35.37.42.44). Los apóstoles también pasaron hambre (Mt 12,1; Mc 2,25; Lc 6,3; He 10,10); de manera especial la pasó San Pablo (1 Cor 4,11) que, teniéndolo todo, acostumbrado al bienestar, pasó a no tener de nada, de vivir en la abundancia, a carecer de lo necesario (Fil 4,12) y que inculcaba a los fieles de Roma los consejos de los sabios: "Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer" (Rom 12,20); y recrimina a los de Corinto su conducta egoísta: "Cada uno se adelanta a comer su propia cena; y mientras unos pasan hambre, otros se emborrachan" (1 Cor 11,21), algo intolerable en una comunidad cristiana, que debe ejercer la fraternidad. 

PENES: Pobre, que sufre para ganarse la vida 

         En los LXX, responde al término Ebion, alguna vez a Rash y a Ani. Se trata del que vive de su trabajo, del que, para vivir, tiene que trabajar y trabajar duro.

         San Pablo aplica a Dios las palabras del salmo: "Ha repartido con generosidad a los pobres; su justicia permanece para siempre" (Sal 112,9; 2 Cor 9,9), lo que significa que Dios hace justicia al pobre, dándole la oportunidad de que no le falte el trabajo, para ganarse el sustento.

         Mientras que al Ptochos le falta todo, al Penes ni le falta nada, ni le sobra nada. Este sería el ideal querido por Dios, en el que todo el mundo cumple con el deber y ejerce el derecho de trabajar. El Penes vive de su trabajo. Tiene lo suficiente para vivir, y no se hace rico, no puede hacerse rico, pues, con un trabajo honrado nadie puede enriquecerse. Con eso le basta. No quiere más, ni pide más, ni Dios le da más. Confía en la Providencia, para que no le falte el trabajo, para ganarse cada día el pan que necesita, el pan de cada día, tal y como lo pedimos en la cuarta petición del Padre Nuestro. 

PRAUS: Manso, dulce 

         Este sexto vocablo representa la culminación y la sublimidad del pobre ideal. Es como la guinda, el retoque final del retrato del pobre, que llena de perfección y de belleza al necesitado, presente en todas las páginas de la Biblia, como el preferido del Señor.

         En los LXX es la traducción de Ani y de Anaw. En el N.T. se refiere a la mansedumbre, a la ternura, la dulzura en el ser y en el actuar, en el comportamiento espiritual y humano. Los que así son y se comportan son bienaventurados (Mt 5,5).

         Así era Jesucristo, lleno de afabilidad (Mt 11,29), de bondad y de ternura (2 Cor 10,1). Lo era también San Pablo (1 Cor 4,21) y lo debe ser todo cristiano, sumamente amable con todo el mundo (Ef 4,2; Col 3,12; Tit 3,2) y dócil para recibir la palabra salvadora (Sant 1,21), pues el verdadero sabio es el que procede en todo con dulzura (Sant 3,13; 1 Pe 3,16).

         Ese es justamente el proceder del pobre: la humildad propia del que se acerca con respeto y habla suplicando. Aunque la palabra Praus no designa directamente al pobre, los LXX hicieron muy bien al significar con ella al pobre y al humilde, al que, por ser pobre, es también humilde.

         El Ptochos, por ser también Praus, es el "pobre de espíritu", el que procede con dulzura con afabilidad, con bondad, con apacibilidad, con benevolencia, con benignidad, con calma, con indulgencia. Este es el pobre ideal, bienaventurado y bendecido por Jesús. 

C.- C O N C L U S I Ó N 

         He aquí, pues, el retrato que la Biblia hace del pobre y que podemos resumir en estos ocho puntos:

         1.- Cuando la Biblia habla del pobre lo hace siempre de manera clara, del pobre social. Pobre es el necesitado el indigente, el que sufre múltiples carencias, físicas, económicas, sociales y culturales.

         2.- Por su humilde condición social, es un marginado, un despreciado y un excluido. Con frecuencia es una víctima de los ricos y de los poderosos, sus opresores, causa de su pobreza. El pobre representa el polo opuesto al rico: uno es humilde, porque la pobreza imprime carácter de humildad, salvo notorias excepciones, y el otro es soberbio, pues la soberbia suele ser el fruto de la riqueza. El pobre suele ser virtuoso y el rico un pecador, un pecador público. La pobreza espiritual sin la pobreza social no es nada, no existe. Que un rico pueda ser un pobre de espíritu es una pura fantasía, algo totalmente irreal.

         3.- Pobre es el que se muere de hambre, el famélico, el que está flaco y desnutrido, el que padece enfermedades como consecuencia de no estar bien alimentado. El que bucea en los basureros, para encontrar algo que llevarse a la boca.

         4.- Pobre es el miserable, el mendigo, el que no puede subsistir sin la caridad del prójimo; el que se encuentra en la más espantosa soledad y corre el peligro de la desesperación. Pobre es el aplastado, el machacado, el oprimido por los criminales y los explotadores. Es el producto del injusto reparto de los bienes de esta tierra, que so de todos

         5.- Pobre es el curvado, el doblado físicamente bajo el peso de la losa de su miseria; el que tiene como techo el cielo azul de las estrellas y como lecho la madre tierra, origen y destino de todos los mortales; el que, como Jesucristo, no tiene casa donde reclinar la cabeza.

         6.- Pobre es el muerto social, el extrañado, el que no encuentra apoyo humano y se refugia en Dios; el profundamente religioso que, al no encontrar a nadie que le mire y en quien poder mirarse, se acerca al Señor con toda humildad y absoluta confianza.

         7.- Pobre es el que pertenece a la clase social más humilde y más insignificante, el que socialmente no pinta nada, al que nadie hace caso y al que todos rehuyen, pero el que procede con dulzura en sus escasas relaciones humanas; el que pide permiso para hablar y el que de antemano pide perdón, por si, con sus palabras, puede ofender a su interlocutor.

         8.- Pobre es el que cumple el primer mandamiento que Dios ha dado al hombre, el que se gana de comer con el sudor de su frente. El que si no trabaja, no puede comer, no puede subsistir. Pero el que, por no querer trabajar, cae en la miseria, no es un pobre bíblico es, mas bien, una víctima de su vagancia, un parásito que debe cambiar de vida, pues San Pablo dice que el que no quiere trabajar, que no coma.

         La Biblia repite mil veces la postura compasiva, misericordiosa y liberadora, que hay que tener ante el pobre y, que está resumida así: 

"Defended al huérfano y al pobre.

Haced justicia al desvalido y al humilde;

librad al oprimido y al indigente,

sacadlos de las manos de los criminales" (Sal 82,3-4)