Evangelio de San Mateo

Parábolas del Reino (Mt 13,1-52)

Autor: Camilo Valverde Mudarra

 

 

            En este cap. 13, San Mateo expone siete parábolas que, menos la del Sembrador y la Mostaza, cinco son propias: la cizaña. Expone el misterio del Reino, término corriente en la apocalíptica judía -Henoc, IV Esdras, Qumran-. El siete es un número de abolengo bíblico y se repite en su evangelio: Siete Bienaventuranzas, siete peticiones en el Padrenuesto, perdonar setenta veces, siete. Con el capítulo comienza también el tercer gran discurso de Cristo en San Mateo.

            El nombre deriva del hebreo matay, de la raíz natán = don de Dios. Era hijo de Alfeo, recaudador de contribuciones, publicano, que Roma imponía. Y ahí, en su oficina de Cafarnaum, recibe la llamada de Jesús, que le puso Mateo, sobre su nombre de Leví.

            Escribe el primer evangelio canónico en arameo entre 40-50 de C, para creyentes venidos del judaísmo, con el objetivo de probar que Jesús es el verdadero Mesías prometido. La finalidad y los destinatarios proporcionan la estructura y las características temático-fundamentales de su escrito: del Mesías, del Reino, de la Iglesia. Se caracteriza su estilo por su estructura sistemática, la brevedad de su redacción y el hieratismo y claridad de su exposición.

            Jesús utilizó con frecuencia parábolas y comparaciones. Estas parábolas proceden de la tradición sinóptica y de otras fuentes, pero el evangelista las ha actualizado para animar, exhortar, y fortalecer la fe de su comunidad. Siguiendo un trazado preciso, Mateo coloca esta colección de parábolas entre el rechazo de Jesús, y su retirada progresiva, para convocar al nuevo pueblo de Dios (Mt 13 53-16 20). A través de ellas aparecen con claridad las actitudes de la gente y de los discípulos frente a Jesús: los discípulos entienden las parábolas, porque Dios les ha revelado los misterios del Reino; pero la gente no las entiende, porque ha cerrado su corazón (Mt 13,10-17). Le interesa subrayar que gran parte de estas enseñanzas se dirigen exclusivamente a los discípulos.

Metodológicamente, podemos agrupar las siete parábolas en tres bloques. El primero contiene la parábola del sembrador, una reflexión sobre el sentido de las parábolas y su explicación a los discípulos (Mt 13,1-23). El segundo sigue el mismo esquema (parábola-reflexión-explicación), pero con tres parábolas en lugar de una (Mt 13,24-43). Finalmente, el tercero contiene tres breves parábolas, introducidas con la misma fórmula (Mt 13,44-sil). La sección se cierra con un diálogo entre Jesús y sus discípulos.

 

1. El sembrador (13 1-9) Mc 4 1-9; Lc 8 4-8.

 

Jesús está en Cafarnaum y, saliendo de casa, se sentó a la orilla del mar. La parábola presenta una estampa real; las faenas de la siembra, las yuntas, los surcos y los granos, que germinan y crecen junto al lago, entre cardos que llegan a alcanzar un metro de altura y ahogan la simiente. La doctrina del Reino era difícil y exigía esmero en recibirla.

El primer bloque de esta sección (Mt 13 1-23) formaba ya una unidad en el evangelio de Marcos. Las modificaciones de Mateo tratan de explicar el oscuro texto de Mc 4 10-12, sobre la función de las parábolas, y trazar la divisoria entre los que entienden (los discípulos) y los que no entienden (la gente). Para comprenderla mejor, debemos prescindir de la explicación (Mt 13 18-23), pues es fruto de una reflexión posterior.

La parábola indica los obstáculos que impiden el desarrollo del reino de los cielos en la tierra; pero, su interés no está en cómo es acogida la semilla, sino en la magnífica cosecha que produce la que cae en tierra buena; por entonces en Palestina una cosecha del siete por uno era considerada buena; este treinta, sesenta o ciento por uno, de que habla la parábola, debió de parecer exagerado y llamativo a los oyentes de Jesús.

Es muy probable que esta parábola fuera pronunciada para responder a las objeciones de quienes no veían en Jesús los signos de triunfo y fuerza, que esperaban ver en el Mesías. Entonces Jesús se dirige a sus discípulos y pone ante sus ojos la grandiosa cosecha final, para indicarles que a pesar del fracaso aparente, la llegada del reino es imparable y el resultado filial será maravilloso e incalculable.

 

a-. Sentido de las parábolas (13 10-17) Mc 4 10-11; Lc 8,9-10; Is 6,9-10; Lc l0,13-24)

 

Este pasaje es el que S. Mateo ha modificado más del texto de San Marcos, que era confuso, tratando de aclarar la función de las parábolas. En realidad este texto es el resultado de una larga reflexión acerca del rechazo de Jesús y su mensaje por parte de los judíos. Marcos relacionó este hecho con las parábolas y vio, en ellas, un instrumento cegador, castigo -tesis de la justicia- para los que han rechazado a Jesús.

Mateo, por su parte, desarrolla esta reflexión ampliando la cita de Isaías y colocando aquí algunas palabras de Jesús, que Marcos y Lucas sitúan en otros lugares. El pasaje debe leerse en el contexto de la sección precedente (Mt 11,2-12,50), en la que aparece el rechazo a Jesús. S. Mateo ve en las parábolas la ocasión para que aparezcan, con claridad, la acogida y el rechazo de Jesús y su mensaje; las palabras de Mt 13 12: al que tiene se le dará…; y al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará, muestran que estas dos actitudes son incompatibles.

Los discípulos acogen a Jesús, comprenden y pueden profundizar en el significado de la parábolas, porque son de los suyos, que hacen la voluntad del Padre (Mt 12,48-50); son los sencillos, a quienes Dios ha revelado los misterios del reino (Mt 13,11; 11,25). Jesús los declara dichosos, porque han sabido abrir sus ojos y sus oídos, para escuchar su mensaje y ver en sus signos la llegada del reino de Dios. Sin embargo, la gente no entiende nada, porque su corazón está embotado y sus ojos y sus oídos están cerrados. Jesús les habla por medio de parábolas para hacerles comprender, pero es inútil: en ellos se cumple la profecía de Isaías que anunciaba, según Mateo, este rechazo.

 

b-. Explicación: El sembrador. (13, 18-23) Mc 4, 13-20; Lc 8, 11-15;1 Tim 6, 9-10; Lc 12, 16-21

 

Jesús explica en privado a los discípulos el significado del sembrador (13,3-9). En realidad, se trata de una aplicación a la situación de la iglesia posterior. En la explicación el interés se desplaza a las dificultades que encuentra la palabra. El acento de la siembra está en las diversas actitudes con que se acoge la predicación del evangelio.

Mateo, subrayando el contraste entre los que entienden y los que no entienden, convierte esta explicación en una exhortación a los cristianos de su comunidad, para que la acogida primera del evangelio no sea ahogada por las dificultades con que se encuentran. Todos están llamados a entender, es decir, a conocer y poner en práctica las enseñanzas de Jesús.

 

2. El trigo y la cizaña (13, 24-30) Mt 3, 12;   

 

Esta es propia de Mt. La formula literaria: “es semejante a” era usual en la explicaciones de los rabinos al establecer sus comparaciones.

El centro de la cuestión está en la pregunta que los criados plantean al propietario del campo: ¿Qué debe hacerse con la cizaña que crece en el trigo? Pues, la enseñanza recae en la presencia del que siembra el mal junto al sembrador de la buena semilla. Es cierto que la cizaña puede impedir o dificultar el crecimiento del trigo, pero ambas plantas se parecen mucho al principio y es posible que al arrancar la cizaña los segadores arranquen también el trigo. Hay que estar prevenidos, Satán también siembra; el bien y el mal coexisten dentro de la misma Iglesia; la separación (escatológica) se hará en el tiempo de la siega. En el judaísmo, era impensable la coexistencia del bien y del mal.

Jesús no reunió a los santos y puros, sino que dirigía su mensaje a los pecadores; y esta actitud suya provocó entre sus adversarios una dura oposición. Con esta parábola, Jesús aclara su postura: mientras llega el momento final, hay tiempo para la conversión y la misericordia. Dios ofrece un plazo de gracia a los pecadores. La parábola muestra que el reino de Dios se hace presente en la ambigüedad de la historia, ilumina la situación de la iglesia en el mundo y explica la existencia de diversas tendencias dentro de la comunidad. Es irremediable que todas ellas coexistan en la situación actual. Hay que esperar hasta el final, para distinguir el grano bueno de las plantas inútiles.

 

Explicación la cizaña. (13, 36-43) Sal 1,3; Mt 8, 12; Dn 12, 3

 

Jesús, ya en casa, explica en privado a sus discípulos el significado de la parábola. Se trata, también aquí, de una aplicación de su contenido a la situación posterior de la Iglesia con elementos apocalípticos. Expresa la universalidad del Reino.

El Hijo del hombre, tomado de Dan 7,13, lo usa Jesucristo para hacer su profesión mesiánica ante el Sanedrín. El acento se desplaza hacia el futuro. La cuestión no es ya, si el trigo y la cizaña pueden crecer juntos o no, sino el discernimiento que tendrá lugar en el fin del mundo.

S. Mateo alude con frecuencia al juicio y a la recompensa final (Mt 6 4.6.18; 13,47-50; 25,31-46; etc...) para reforzar su exhortación a poner en práctica las enseñanzas de Jesús. Para él, lo verdaderamente decisivo no es la pertenencia a la iglesia, ni siquiera conocer a Jesús (Mt 7,21-23), sino la práctica del amor al prójimo (Mt 25,34-40).

Mateo dirige esta exhortación a su iglesia, para que no descuide nunca las exigencias éticas, pues ellas son su signo de autenticidad, aun la coexistencia de malos y buenos.

 

3. El grano de mostaza y la levadura (13,31-33) Mc 4 30-32; Lc 13 18-21; Sal 104 12; Ez17 23; 31 6; Dn 4,12; 1Cor 5, 6

 

La parábola del grano de mostaza y la de la levadura son gemelas. En ambas, se subraya el contraste entre la situación inicial y el resultado final. La presencia del reino es ahora germinal, es una realidad incipiente todavía, pero su fuerza transformadora ha prendido ya en la historia y su crecimiento es irreversible.

            Parecen ser respuesta a dudas ambientales de polémica judeo-cristiana. Es probable que en labios de Jesús estas parábolas respondieran a las objeciones de los que no veían en Él grandes signos; y que, con ellas, el Señor quisiera infundir esperanza y ánimo a sus discípulos. Sin embargo, para Mateo, que conocía ya el éxito de la misión cristiana entre los paganos, estas parábolas representaban una confirmación del camino emprendido y un estímulo para seguir haciendo presente en medio del mundo la fuerza transformadora del reino.

 

Destino de las parábolas (13,34-35) Mc 4,33-34; Sal 78, 2. Esta pequeña reflexión sobre el sentido de las parábolas es paralela a la de Mt 13 10-17, y, como aquella, precede a una explicación reservada a los discípulos. Introduciendo la cita del Sal 78,2, Mateo modifica el sentido que estas palabras tienen en Marcos (Mc 4,33-34).

Para Mateo lo importante es descubrir que el hecho de que Jesús hable a la gente por medio de parábolas responde al designio de Dios, manifestado en las Escrituras, conforme a su método de justificar el texto con un testimonio profético.

 

4. El tesoro y la perla (13, 44-46) Prov 2, 4.  

 

Es también propia de Mateo. Son estampas realistas de Palestina, Josefo y el Talmud así lo refieren.. Como en Mt 13,31-33, Mateo une aquí dos parábolas gemelas. En ambas el acento recae en la reacción de los protagonistas ante un hallazgo maravilloso. Con el reino de los cielos sucede lo mismo: una vez que ha sido descubierto en todo su valor, hay que tomar postura y ningún precio es demasiado alto.

San Mateo invita a los cristianos, que ya han descubierto el reino, a que sean radicales en su opción y que la vivan con alegría. Es cierto que cabe la posibilidad de rechazar esta oferta, como hizo el joven rico (Mt 19,21-22), pero la actitud del verdadero discípulo ante el descubrimiento del reino de Dios no puede ser otra que la conversión: el cambio de orientación de la propia vida, que tiene lugar en un clima de alegría.

 

5. La red (13,47-50) Dn 3,6; Mt 13,42; 8,12. 

 

            Es propia de Mateo y escatológica también. El núcleo está en la selección posterior. Esta parábola es muy semejante a la del trigo y la cizaña que crecen juntos. Aquí, sin embargo, la parábola y su aplicación van unidas.

            Es un escena muy realista del lago de Genesaret; se han descubierto, en él, hasta treinta especies de peces. La oferta del reino se hace a todos y son muchos los que entran en él, pero la clave está en cómo se vive después. La aplicación que hace Mateo, refiriéndose al juicio final, respecto a que los malos se tiran, es una exhortación a vivir poniendo en práctica las enseñanzas de Jesús.

            En el reino de Dios hay una selección, que pondrá de manifiesto los verdaderos hijos de cielo

 

Conclusión (13,51-52).

 

            El texto es propio de Mateo. Este breve diálogo de Jesús con sus discípulos, colocado al final de las parábolas, resume la intención de todo el capítulo, presentando el modelo ideal del discípulo.       La palabra “escriba” parece señalar a los apóstoles, que, con su preparación, quedarán habilitados como doctores del Evangelio y serán capaces de sacar oportunamente lo viejo y lo nuevo, porque conocen la relación entre las dos épocas de la historia de la salvación: la de la promesa (lo viejo), y la del cumplimiento (lo nuevo).

            Todo el Evangelio es un buen ejemplo de esta actitud, pues presenta a Jesús y su proyecto como cumplimiento de las promesas de la Antigua Alianza. Instruido en el Reino, expresa la riqueza doctrinal del plan de Dios.

            Los cristianos a los que se dirige Mateo han de saber también que sólo con esta actitud es posible hallar un punto de encuentro para las diversas tendencias que existen dentro de una comunidad compuesta por creyentes de distinta procedencia y mentalidad.

            En definitiva, existe el Reino, un Reino que trae y explica Jesucristo, con claridad, para “el que tiene oídos para oír” y está dispuesto a entenderlo y a recibir la semilla y hacerla germinar. Descubierto el tesoro de Cristo, no se puede dejar; hay que acogerlo, guardarlo en el alma y vivir ya de él y con él.