Evangelio de San Mateo

Curación de muchos

Autor: Camilo Valverde Mudarra  

 

 

Ya atardecido, le presentaron muchos endemoniados y arrojaba con una palabra los espíritus y a todos los que se sen­tían mal los curaba" (Mt 8,16-17; Mc 1,32-34; Lc 4,40-41). Para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, que dice: «El tomó nuestras enfermedades y cargó con nuestras dolencias».

Este texto es un clásico cuadro «sumario». Fue ya «atarde­cido», sea por referencia histórica o para indicar también el fin del reposo sabático, antes del cual no se podían transportar cami­llas de enfermos (Jer 17,21; Jn 5,9.10) ni incluso ser curados en sábado (Jn 9,13-16; Mt 12,10-14 par.). San Mateo destaca la curación de los «endemoniados», porque ello se tenía por indicio del establecimiento del reino de Dios (Mt 12,8). San Lucas destacará que los curaba imponiendo a cada uno sus manos, lo que indica la potestad que tenía (Lc 4,40), y, al tiempo, se manifiesta su poder. Aquí lo hace con su palabra para indicar, en contraposición a las largas e inciertas fórmulas de los exorcismos judíos, que el Verbo tiene palabra de vida eterna: «¿Qué palabra es esta que con autoridad y poder impera a los espíritus y salen?» (Lc 4,36). Mt se complace en destacar el poder de la «pa­labra» de Cristo (Mt 8,8). Así la palabra que proclama la nueva Ley (Mt 7,24.28) es la misma que cura.

Cristo es la salvación. San Mateo quiere destacar el detalle; conforme a su tendencia a acentuar los efectos milagrosos, dice que le llevaron a «muchos» enfermos y que los curó a «todos»; en Mc se dirá, con este tipo de fórmulas, que curó también a «muchos». Sólo Mt, siguiendo su método de confirmaciones proféticas, cita un texto de Isaías sobre el Mesías (Is 53,4): «Verdaderamente él llevó sobre sí nuestras enfermedades y nuestros dolores», que pertenece al cántico del «Siervo de Yahvé» (Is 52,13-35,I-I2), y que presenta al Mesías no tanto echando sobre sí nuestras dolen­cias cuanto quitándolas de otros.

El interés de la cita -dice Lagrange- es precisamente que ella se puede aplicar literalmente a la situación en términos que contienen un pensamiento más profundo». 

Cristo había llevado estos dolores para «expiarlos», pues éste es el contexto en Isaías: «Ofreció su vida en sacrificio por el pecado» (Is 52,10), y «en sus llagas hemos sido curados» (Is 53,5). Si la restauración total del hombre caído sólo se dará cuando se encuentre en «la libertad de la gloria de los hijos de Dios» (Rorn 8,21), esta restau­ración parcial también está incluida en el plan de Dios, pero el poder de ejercerla lo tiene Cristo, en mérito por su muerte, como dice Isaías.

Por eso Mt ve estas curaciones mesiánicas hechas por Cristo vinculadas, de algún modo, al texto de Isaías. Jesucristo asemejado al “Siervo” carga con el sufrimiento, cura el dolor y conduce al Reino. Su enérgica palabra manda con poderío a los malos espíritus que rodean al hombre.