Admoniciones

El Bautismo del Señor

Autor: Camilo Valverde Mudarra

 

 

Is 42,1-4.6-7; Sal 28,1-4;9-10; He 10,34-38; Mt 3,13-17


Pasar por la vida haciendo el bien

Jesucristo, el Verbo Divino, que era desde el principio, quiso ser bautizado por el Bautista. Bajó al Jordán, al encuentro de Juan, “detrás de mí viene uno, al que yo no soy digno de atarle las sandalias” (Mt 3,11). 

De repente, tras ser bautizado, se abrió el cielo y el Espíritu de Dios se posaba sobre Jesús, diciendo: Este es mi Hijo muy amado, en quien tengo todas mis complacencias (Mt 3,17). Siendo Dios, quiso bautizarse, como siendo el Señor y Maestro, se hincó de rodillas y les lavó los pies. Esta humildad y espíritu de servicio es lo que tiene que revestir al cristiano, bebiendo todos los días en el Evangelio para identificarse con Jesús. 

Somos bautizados en Cristo y Él nos bautiza en Espíritu y fuego. De este modo un bautizado está lleno de espiritualidad y de amor al prójimo. Y de la misma manera que Cristo pasó haciendo el bien, el cristiano debe hacer del bien, de la paz y del servicio, su meta y su distintivo. Es la mayor alabanza que se puede recibir. Hay que volver a la primitiva señal: “Mirad como se aman”; que señalen a los cristianos con admiración: ¡Son todo bondad, amor y entrega! 

Este mundo gélido de materialismo y hedonismo, de guerras continuas con su fabricación de armas y de odios y egoísmos que no cesan, necesita el crisol del fuego del amor para su regeneración, necesita la purificación en el Evangelio de Jesucristo. Esta debe ser la prioritaria labor del cristiano hacer que la palabra de Cristo llene y reavive el corazón del hombre. Es hacer de su caminar, un pasar por la vida haciendo el bien.