Admoniciones

Bienaventuranzas

Autor: Camilo Valverde Mudarra  

 

 

Un día, Jesús, al ver a las multitudes, subió al monte, se sentó y se le acercaron sus discípulos; abriendo entonces su boca, se puso a enseñarles, diciendo: 

"Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados los dulces, porque ellos heredarán la tierra... los afligidos, porque ellos serán consolados. ... los que tienen hambre y sed de justicia, por que ellos serán hartos. ... los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. ... los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios" (Mt 5,1-12) .

Estas palabras del Señor tienen un significado específico. Pobres de espíritu son los que no ansían los bienes materiales, los que tienen su corazón alejado de la riqueza, son los que llevan su pobreza con espíritu cristiano. No pueden ser aquellos que como energúmenos reniegan todo el día de su situación o se afanan por conseguir lo que no tienen ni necesitan.

Los dulces son los mansos, los pacientes, los que saben superar con dulzura las pruebas de las adversidades, los que con mansedumbre y humildad sobrellevan todas las dificultades que esta vida adversa nos presenta; que soportan este valle de lágrimas que nos toca vivir.

Hambre y sed de justicia significa desear y amar esta la virtud cardinal que inclina a dar a cada uno lo que le pertenece; premiar las virtudes y castigar las culpas; acomodar nuestra conducta a derecho, a la razón y a lo recto. Es cumplir fielmente nuestras obligaciones y deberes sin justificar nunca la corrupción, sin envidiar nunca las situaciones ajenas por muy extendidos que están los malos ejemplos. "Es que todos lo hacen", se oye a veces. Pues, mire Vd. "yo no". Yo no tengo más remedio que repudiar esa conducta.

Los misericordiosos, los que tienen compasión de los demás. Proviene del verbo latino misereo que significa compadecerse y perdonar. El cristiano debe estar el primero allá donde se halle el dolor y el infortunio, consolando y compadeciendo al afligido y al triste, con limpieza de corazón, limpieza que supone desechar el odio, la violencia, la envidia, el egoísmo, porque los misericordiosos alcanzarán misericordia y los que se presenten con un corazón limpio verán a Dios.

Amigos, que seáis bienaventurados.