Admoniciones

El Buen Samaritano

Autor: Camilo Valverde Mudarra  

 

 

El texto de San Lucas 10,25-37 es sumamente aleccionador, además de ser una pieza de bellísima factura en su sencillez y claridad. 

“¿Quién es mi prójimo?” Y Jesús, según su costumbre, explica el concepto con una narración de vivos rasgos y patente significado sobre la práctica real de la caridad. Con la cual, como buen pedagogo, expone su enseñanza; y, para comprobar que ha sido entendido, pregunta acerca de quién de aquellos le parece que actúo como prójimo y, al oír la respuesta: “El que se apiadó de él”, Jesús le dijo: “Anda y haz tú lo mismo”.

Esta es la cuestión importantísima, la universalidad de la caridad. Es andar, ir por la vida dando expandiendo nuestro amor y misericordia sin límites, sin detenerse en mirar a quien, todos los necesitados son nuestros prójimos. Para los judíos, eran sólo los compatriotas, nunca los gentiles y menos los samaritanos que eran sus enemigos: “Y más os digo amad a vuestros enemigos” (Mt 5,44). Para Jesús, está claro prójimos son todos los hombres. No fueron los sacerdotes ni los levitas, sólo lo fue un samaritano, un extranjero y enemigo acérrimo de los judíos, el que tuvo caridad, el que se volcó con toda su misericordia hacia el desconocido, como un verdadero hermano; él, efectivamente, el que conociendo y practicando la caridad, estaba en el amor y en el camino de la salvación.

Este es el calor que puede derretir la inmensa frialdad de este mundo injusto. Esta es la verdadera actitud del hombre de bien. No ya para alcanzar la vida eterna, sino, para hacer que el hombre sufriente y el niño inocente, encuentren el bálsamo a su dolor y la luz diáfana que mantenga su inocencia, también en esta vida terrena. 

Dios quiere que todos se salven; pero espera pacientemente a que los hombres recapaciten y usen su libertad con toda la decisión de su voluntad, para abrazar al caído, recogerlo y cuidarlo con amor de hermano, arropándolo con la caridad desde aquí, desde este momento. Porque, como dice el Apóstol en Corintios 13, la caridad es de ahora y de luego, “la caridad es eterna”.

Amigos, hermanos, que el amor de Cristo inunde y nos desborde.